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Mostrando entradas de 2010

Coloquio para la domesticación (o Las listas de fin de año)

Antes de empezar con la lista, es imperativo tener una conversación seria con nuestra pereza, inconstancia y débil voluntad. ¡Cuánto servilismo! ¡Cuánto nos han arrastrado! ¿No estamos hartos? Es demasiado. Es insoportable. Hemos sido sus esclavos, ¡es hora de emanciparnos! ¿De qué sirven los buenos propósitos sin disciplina para ejecutarlos sino para engañarnos a nosotros mismos y creer que podemos cambiar? ¿Para qué esforzarnos en desechar tan buenos y deliciosos malos hábitos? ¿Por qué perder la comodidad si se vive tan bien con ella? ¿Para superarnos? Si no estamos dispuestos a sacrificarnos, ¿para qué tanta algarabía con las listas de buenos propósitos en el nuevo año? La pereza se desliza entre nuestro letargo, lo prolonga a su antojo y nos amarra a la cama esos quince minutos más por las mañanas. (Y así vamos perdiendo la vida.) ¡Ay, inconstancia! Tan fácil es darte cobijo. Porque es más cómodo no perseverar y solo cumplir   si nos da la gana… ¡Cuánta fuerza de voluntad! ¿Qui

Placer

« Adoro los placeres sencillos; son el último refugio de los hombres complicados. » La frase de Oscar Wilde resuena y estalla. Resuena y estalla. Y la sencillez consiste en:  mirar tocar besarcaminaracariciarjugarfornicarsaborearlameresperarregalarfantasearpensartrastocarseducirdescifrardescubrircortejar... crearescribirmordercantarcomersaltar... (Tantos verbos.)

Charanga

Hace un par de días hallé al Charanga. Yo estaba con mis tíos en el mercado y ahí llegó él. (Hay encuentros casuales que parten la vida. Y sin tanta algarabía ese fue uno de esos.) Conocí al Charanga hace quizá veinte años. Era un muchacho flacucho de facciones niponas, dientes largos y brazos kilométricos. Aparecía en cada fiesta, en cada Navidad y cada vez que los tíos lejanos se dejaban descolgar del norte. (Era yo una mocosa por aquel entonces.) A mi familia le gusta la fiesta, le gusta llenar de gente su casa y Charanga era uno de esos hijos adoptados. Mi familia es cuna de futboleros empedernidos y Charanga jugaba de delantero y volante. Su posición era vital, era buen goleador. Cuando el Charanga me saludó no pude hacer más que sonreírle porque yo sabía que en mi rostro él encontraba a aquel que fue su amigo, su compinche... al Tavares (o sea mi viejo). Platicamos un rato y luego se fue. Y tras de su espalda recordé cómo en aquellos días todo era fácil y distinto... e

¡Feliz viernes negro!

Precios de locura. Alístese: el viernes negro ha llegado. ¿No le suena? Pero si estamos tan globalizados, ¿cómo es posible que aún no tengamos nuestra fiesta de viernes negro? Comerciantes, están atrasados. Eso se llama no ser proactivo, falta de creatividad (de esa plagiadora e imitadora de barbarie, de esa importada). Allá en el norte gringo se aprovecha bien el cuarto viernes de noviembre para comprar todo lo que siempre hemos deseado. Quedó muy bien la fecha, es el día después de Dar Gracias. Exijamos nuestro derecho: también queremos un viernes negro. Lo primordial para festejar un buen viernes negro es atender las ofertas con obediencia, así que saque todo su dinero disponible (tarjetas incluidas), luego súbase a su carro y corra contrarreloj para llegar a los centros comerciales. Ya le conté, las ofertas son de locura. No es un invento. Hemos soñado todo el año con 60% de descuento, con promociones al dos por uno, el segundo artículo regalado. Es nuestro sueño hecho realidad

Memento

Memento . ( Del   lat.   memento , acuérdate) Hay instantes que duran tan poco en el tiempo que por ello los volvemos eternos en la memoria. Y la memoria es una vieja loca de dientes chuecos que revuelve las cestas en las que está eso que llamamos recuerdos... ¿Qué busca? (Ni ella lo sabe.) Al final de los días terminaremos siendo todo aquello extraño que creímos ser y que quizá no fuimos. Yo por eso voto por la fantasía y la inventiva. Total. Mis fantasías son mías. PD: Aquí está el tráiler de Memento (cómo está contada es fenomenal). 

Juguemos

Juguemos a que es Navidad y que de verdad es una época feliz en la que todo lo que deseamos puede cumplirse. Juguemos a que la imaginación va ligada, intríseca, a la acción y que por un instante somos tan poderosos que podemos construir sobre arena y nuestro castillo no se caerá. Creamos. Creamos. Solo así se puede jugar. Juguemos a que los chicos reciben en este fin de año muñecas, salas de té y bebés plásticos qué alimentar. Juguemos a que les dan de comer, a que les sirven sopas imaginarias en sus tazas amarillentas. Juguemos a que los chicos se preocupan porque el bebé llorón de verdad llora, y que el juguete, con su mecanismo inteligente, hasta que uno le da palmaditas o lo cambia deja de gritar. Porque luego de eso ningún muchacho será huidizo, no quedará un solo chico cobarde. Juguemos a que las chicas recibimos legos, que nos regalan carros y pistas de competencia. Si las chicas recibiéramos legos en lugar de muñecas, quizá, y lo pienso como una ilusión sin sustento, dejaríam

El temor del peatón

Levanto altísimo mi mano. La suspendo firme, como quien saluda a una horda de Hitleres. Quizá temor, quizá desafío. Tal vez una presunción de la segunda impulsada con una buena dosis de supervivencia. Los otros permanecen guarecidos dentro de esa gran maquinaria que más bien es una bestia que se enfurece y gruñe si no le imprimo premura a mis pasos. Estoy a salvo, por fin estoy del otro lado de la acera. Soy peatón y por eso le temo a los buseros por buseros, le temo a los motociclistas por intrépidos, le temo a lo panelitos que reparten mercancía por presurosos e inestables, le temo a los oficinistas amargaditos porque con su seño fruncido me han gritado ¡ Quitate!, le temo a las chicas oficinistas que van maquillándose en el retrovisor porque… ¡Es obvio! ¡Cómo se distraen!  Le temo por sobre todo a los señores coasteros porque emulan a las bestias. Numerosas veces, a manera de cobrador de bus, he golpeado autos que van de retroceso de manera intempestiva en los parqueos y aceras po

¡Griten, multitudes!

Imaginemos una calle en la que transitan gentes presurosas. Es la peatonal del Centro Histórico de San Salvador. Por cada gente que camina ─imaginemos─ sale un hilito de la cabeza que se eleva hasta el más allá, más acá, donde usted quiera. Fíjese bien, los hilos se entrelazan mientras la gente sigue caminando, corriendo. Cada hilachada se tropieza con otra y otra que halla a su paso: forman una red. Ahora saquemos una lupa, acerquémonos. Esa red está alimentada por palabras, suspiros, imágenes, canciones, recuerdos, gritos, silencios. No, no nos distraigamos: ¿acaso no es fantástica toda esa amalgama? Las redes sujetan, atrapan, contienen. Nos sujetan a los otros. Los tejidos serán más o menos densos, más largos, con más entramado, con sus trucos, con pasajes secretos, quizá otros sean oscuros y otros más luminosos. Entrelazados todos. Somos eso, una incontenible red de sentido. Caótico. Brutal. Hay multitud de interpretaciones como intérpretes tiene el mundo, dijo Charles Peirce

Para amar en Latinoamérica

La gran desventaja (o maldición) de que una como mujer quiera tener un novio, amante, marido, esposo e incluso amigo en Latinoamérica es precisamente eso, que también sea latinoamericano. El otro día tuve una discusión extraña con un familiar (demasiado) cercano. Hablábamos de que a un primo por fin lo habían contratado, que tendría mejores prestaciones y blablablá. Le pagarán a la semana y eso es bueno porque tiene una nena, me dice el Fulano. Yo contesté que como ahora estaban mejor económicamente lo mejor era que se proyectaran y se fueran (Ella, el primo y la nena) a vivir solos, que la tal tía los sobreprotegía demasiado. Todos los que estaban ahí corearon con un "Sí, que vivan solos". Pero como no me quedé callada, luego añadí que ahora Ella podía hacer el esfuerzo de retomar sus estudios o hacer un turno de enfermería por la mañana. Porque Ella me dijo una vez que no quería dejar lo de la enfermería. El coro se quedó callado. Y luego gritaron: -¡Cómo es posible q

Abrazos biónicos

Así como vamos, quizá sería conveniente que tomemos ideas de Los Jetson (Los Supersónicos), la casa del futuro que hizo la Warner Bros allá por los sesenta (con sus robotitos y todo) y que de verdad hagamos realidad lo que inventó Leonard en The Big Bang Theory (pobre de su papá): que se multipliquen las máquinas de abrazos porque nosotros (los conectados) poco tiempo tenemos para eso. (¡Huy!, eso me recuerda al cuento de Asimov: el hombre bicentenario y claro, la película con Robin Williams, a Wall-e, y también Cortocircuito 1 y 2.) Quédense con Björk: All is full of love

Vidas espectaculares

En la tele vi que en el Viejo Oeste ─sí, el de 1800 con caballos, vaqueros y forajidos─ que entre sus aparatos tecnológicos había un camarín* especial, muy parecido a un cajón, en el que desde una mirilla se podía observar algo así como una película. Lo colocaban en las cantinas y se pagaba por ver el espectáculo. El documental de D. Channel asegura que los vaqueros veían mujeres desnudas. Yo les creo. Voyeurismo nada más. Sano. Sano voyeurismo. Algo similar nos está pasando, pero quizá de una manera menos elegante. Menos de diva. Somos nosotros mismos los productores de las laminitas que están al final de la mirilla. Nadie nos pidió que estuviéramos ahí. Na-die (salvo los llamados casos raros). Fuimos nosotros los lanzados. ¿Nos sobreestimamos demasiado? ¿Nuestras vidas son tan espectaculares que deben ser observadas, estudiadas?  ¿Es acaso menester publicar a los cuatro vientos cuál es nuestro estado actual? ¿Cuál es nuestro público? ¿Tenemos público? ¿Acaso ameritamos a que

No, gracias

Por hoy no voy a esconderme detrás de una imagen. Basta ya de artificios. Dejaré de lado las metáforas elaboradas, da igual porque no tenés la menor idea de qué canción hablo. A vos no te importa que me gusten los cuentos, te es indiferente que Serrat me ponga triste y contenta a la vez. Vos de mí no sabés nada. Y eso es porque no hablás conmigo. Estoy furiosa. Triste también. ¿Por qué tanta ausencia? ¿Por qué olvidamos tan pronto? A ustedes nunca les veo el rostro: ¿de qué se esconden? Aquí y ahora, eso es lo que quiero. ¿Es tan difícil que salgás de tu vida cotidiana y te tomés un café conmigo? ¿Qué te hice yo para que te quedés en el encierro? Estamos lejos, muy lejos, de conocernos. Extraño el sonido de las risas, extraño mirar a todos lados y ver si allá lejos vislumbro tu rostro. ¿Por qué jamás puedo dejar de ser como aquel zorro del Principito que le brinca el corazón de emoción si prometés que aparecerás a tal hora? Te quiero aquí y ahora. La vida es aquí y ahor

Cardumen

Cuando mi hermano tenía ocho años, le regalaron una pecera. Era grande, de vidrio y traía arena de viva, no de esas piedras artificiales de colores, no. E-ra a-re-na. Nuestros papás la habían envuelto mal en un papel de regalo azul con Santa Clauses pequeñitos. Había un rótulo en el que decía: "Feliz Navidad te desea Santa Claus". Reconocimos la inconfundible letra de nuestro padre. Ese día descubrimos que Santa Claus, el de traje rojo, es un fraude. En la pecera había diez peces. Dos con cola de espada, uno blanco que hacía pareja con un negro; dos que parecían tigres, tres color naranja con cola negra y otros que no recuerdo. La pecera traía algas marinas y de todo, a mí me gustaba jugar a meter la mano y perseguir pececitos. Por eso me gané tremendas regañadas del tío Jorge. Siempre nos ponía en mal. Uno a uno los pececitos se fueron muriendo porque no los cuidábamos bien. Un día nos quedamos sin ninguno, y mi mamá, al vernos tan mal, nos compró una emocionante pare

Hábitat

Sredni Vashtar Soy inadaptada. Dice la Rae:   inadaptado , da .  1.  adj.   Que no se adapta o aviene a ciertas condiciones o circunstancias.  Condición contraria,   adaptar : 1: Acomodar, ajustar algo a otra cosa. 2 Hacer que un objeto o mecanismo desempeñe funciones distintas de aquellas para las que fue construido. Me quedo con la acepción dos: hacer que Fulanita desempeñe funciones distintas para las que fue construida.  Por eso digo que soy inadaptada.  Mi viejo me contaba la historia de que uno viene aquí a este mundo a cumplir con una misión secreta o no secreta, pero sí una misión. O sea que no podés pasar por esta tierra sin hacer algo significativo que deje huella. Y con lo de significativo me refiero a ser feliz, hacer felices a los demás, poner una cubeta de arena, un ladrillo... lo que sea, por insignificante que parezca.  Ahora bien, uno tiene su función en este mundo; Don Paco lo llamaba asumirse . Desde hace años me ronda eso en la cabeza. ¿Qué es asumirse? 

De zambas, mulatas y coyotes

Ojos azules, Toni Morrison Me he preguntado eso desde muy chica, desde que Alejandra ─mi compañerita rubia del kínder─ me dijo un par de groserías porque yo era morena. Soy morena. Y menos mal que siempre he idolatrado a mi padre, ese que tenía cabello afro, porque tal discriminación no dio para más. En la universidad recibí Historia II en el aula magna VI, la cátedra la llevaba Sajid Herrera . El énfasis en todo ese ciclo fue la colonización. Recuerdo una clase en especial, en la que nos explicó lo de los ladinos y todo aquello que tenía que ver con la revuelta de la sangre. Años más tarde vuelvo a esas notas, y sigo preguntándome qué de mi rastro genético. Somos una mescolanza, somos una mescolanza... ¿bien mezclada? Hace más de un año estuve con una comunidad negra en San Martín de Porres y Comas, en Lima. Ahí conocí a Martín, su hermana la cantante, a Manuel y a toda su familia. Comí con ellos en varias ocasiones, conviví con la negritud. También me hice amiga de Marco E

Entre mujeres

Crecí rodeada de mujeres y no sé por qué aún me vuelven loca. A estas alturas de la vida ya tendría que estar acostumbrada a sus risitas cómplices, a la ponzoña. A los tacones. Al aire esmaltado. Me simpatizan las mujeres bien mujeres. Las feministas no me simpatizan porque no las entiendo por más que me esfuerce. Hay mujeres que te dan ganas de ser como ellas porque son superlistas, porque hablan de política, porque también explican qué es eso del producto interno bruto, o las que recomiendan buenos libros. Lástima que son muy pocas, lástima que las que tienen esa potencia se casan muy rápido. Crecí rodeada de mujeres y sigo sin entenderlas. En el Clarin.com hay un anuncio que muestra a una chica sentada en medio de un cuarto lleno de ropa: la leyenda dice "No tengo qué ponerme. Entre mujeres nos entendemos." No, de verdad. Entre mujeres muy poco nos entendemos. Yo trato, aunque no siempre tengo éxito. Crecí entre mujeres y no acabo de entenderlas. Continuar

Hombre lento

Me gusta JM Coeztee por limpio, por brutal. De él tengo Juventud, Desgracia, La edad de hierro, Hombre lento; y luego, o sea hoy mismo en la noche, empiezo con Foe. No hablaré de crítica literaria, a mí esas varas me van y me vienen. Se la dejo a los encopetados rimbombates que les gustan las palabras complicadas. Total. Me gusta Coetzee porque cada palabra es precisa, porque sus personajes son miserables, porque son infinitamente humanos. Hoy, en esta soledad tan terrible que es acabar un libro sin tener otro para empezarlo en el mismo instante en que se cierra otra solapa, mejor escribo de cuán bien me ha hecho este sudafricano. Las miserias humanas afloran en cada página, pero lo más maravilloso es que también los lectores nos damos cuenta de ello, y si nos da la gana podemos preguntarnos qué tan cerca estamos de ese abismo. Terminé de leer Hombre lento . (Miren el texto, está bueno.) Con Hombre lento tuve mis peleas. Es un tipo que se parece demasiado a demasiados hombre

Mi estado civil

(Lo publiqué primero en Laventanayelgato.blogspot, pero ese blog murió de inanición y desconsuelo. Y con ustedes, desde la ultratumba de mi backup recuperado:) Siempre preguntan ese tipo de tonterías. Todos, cualquiera, quien sea. Dice la Real Academia que «estado civil es la condición de soltería, matrimonio, viudez y etcétera de un individuo». Te preguntan en formularios del banco, currículos, las amigas de las mamás y los amigos de los papás. Pregunta la abuelita y amenaza con que ya nos va a dejar el tren. Hasta te preguntan en la red. Ante tanta paranoia de definir nuestras vidas en consecuencia de otro u otra resuelvo: soltera. Otra vez a la RAE, soltera : 1. «que no está casado». Y en segundísimo lugar define en desuso o poco usado: «suelto o libre». ¡Ah!, menos mal, ¿será que se puede elegir entre las dos? Elijo libre o suelto. Me gusta suelto porque raya en lo no atado... Libre: «Facultad de obrar o no obrar». Suelto: «atrevido poco sujeto». Entonces soy una Sujeta

Pedalear para revivir

Lo primero que escribí cuando llegué a la universidad se llamaba algo así como "Circuito en Joya de Cerén". El instructor de ese entonces* tuvo a bien plagar la página con tachones, comas y puntos necesarios, además de anotar observaciones incisivas. Yo le quedé debiendo a Don Paco seis centésimas para tener cero. Sí, era -0.6 de nota. Decidí escribir de eso porque realmente me apasionaba. No era más que el cuento de todos los años con mi viejo y toda la familia. Nos íbamos en bicicleta (cerca de 30 gentes) y hacíamos un recorrido en Joya de Cerén. Fin de la historia, o al menos eso creí cuando entregué triunfante ese mi primer fracaso. Cuando lo pienso bien, esos fueron los mejores años de mi vida. Muchas de las pláticas trascendentales y de rigor que tuve con mi viejo fueron a bordo de una bicicleta. Estuvimos subidos en los pedales por más de veinte años, cuando aprendí y hasta antes de eso porque siempre he viajado en dos ruedas. Recorrimos todo El Espino (del qu

Perfiles

Hay presentaciones tan desgarradoras que yo mejor me quito el sombrero. Miren esta: "Soy el tipo que crees que te está siguiendo, soy el tipo que te deja pequeñas notas afectivas en tu casillero en el trabajo, soy el tipo que toca la puerta de tu casa a las 3 a. m., soy el tipo que te ve dormir, soy el que estaba escudriñando tu basura la semana pasada, soy el que sabe dónde viven todos tus familiares y amigos, soy el tipo que conoce todas las rutas de escape de tu casa...y te amo." Brutal. Tomado de: Las cosas que me hace decir el insomnio .

Laborem excersens

Estoy harta de que la gente me diga que Gracias a Dios hay trabajo. Fastidiada de que crean que lo que hago donde trabajo es grande, que importa. Eso es mentira. Es cierto, tengo una mesa, una máquina PC y miles de cosas más que cien mil gentes no tienen. Que soy malagradecida, que porque jamás he pasado por donde asustan. Que ya quisieran verme en una maquila para que deje de decir tonterías. He sufrido poco, muy poco. Jamás me ha faltado el empleo. Dirán que no tengo solvencia moral para opinar sobre la bendición del Altísimo y que ojalá me parta un rayo por ser así. Cuando nací me pusieron una etiqueta: salvadoreña. Y a mí y a todos ustedes el Estado salvadoreño nos dijo que "Toda persona tiene derecho a la vida... a la seguridad, al trabajo, a la propiedad y posesión" y blablablá. Cuando me bautizaron donde me bautizaron la Iglesia me dijo que trabajo era "contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cul

Soñar con Alberto

Ayer tenía las malas intenciones de contar quién era Alberto. Pensaba y pensaba cuando en eso me arrastró la melancolía. Uno se pone a desempolvar recuerdos porque da gusto repetir la vida. Da placer pensar en el si hubiera... ¿Qué tal si Alberto no va a estudiar ese día que fue a estudiar, qué tal si se queda en casa mirando la tele? ¿Y si jamás me hubiera fijado en el mal carácter de ese muchacho, y si de verdad hubiera dejado de saber de él cuando se fue en un jueves? ¿Qué tal si Alberto jamás me hubiera plantado un beso? Guardamos recuerdos y los desempolvamos siempre. Pensaba en Alberto cuando un amigo en el chat me preguntó qué hacía. Le conté y la respuesta varió en una confesión extraña. Él decía: qué mérito puede tener un fulano con quien nada pasó. Yo le expliqué que no lo sabía, porque a esa edad tan absurda poco entendemos qué nos pasa en verdad. -¿Pensabas que estabas enamorada?, me preguntó. Entonces le dije, consciente de que tengo una docena de años más desde que conocí

Mr. Bojangles

De la boca de Nina Simone te conocí, Mr. Bojangles. Dejé que Bob Dylan me explicara eso de que saltabas tan alto y caías como pluma. Jeff, infinitas gracias por la canción. (Cuántos la han cantado y jamás se aburren. Estate contento, Jeff.) Mr. Bojangles, ahora contiemplo tu rostro y lo que más me gusta es esa sonrisa eterna. ¡Qué dicha bailar así! No hay nada más hermoso que tu zapateo, nada más bello que tus arrugas de felicidad. Date de golpes en la pierna mientras contás la vida, te queda bien divertirte así, Mr. Bojangles. Pero no llorés por tu perro. Vamos, te consigo uno chiquitito de esos juguetones. No llorés. No llorés, Mr. Bojangles. Bailá, por favor, Mr. Bojangles, bailá. "Please, dance, please, Mr. Bojangles..." Con Robbie Williams Con Nina Simone

Telefonear a Dante Alighieri

Cursaba el segundo año de bachillerato (o primero, no sé). El terremoto y la administración del colegio en el que estudié dejaron de lado a la maestra de teatro, a ella y miles de actividades que nos hacían la vida feliz. Ya no entrenos de basquetbol, ya no reuniones del coro, ya no más perder el tiempo en los pasillos por la tarde. Yo andaba deprimida porque hacía meses que no ensayaba para teatro. Aquellos días después del desastre fueron terribles. Tuvimos que recibir clases en salones prestados de una institución amiga, pero que de todos modos no nos gustaba. Riñas absurdas de colegialas. Nada de qué preocuparse. Fue entonces que no sé cómo, o en qué anuncio vi que acaban de abrir una institución llamada Asociación Dante Alighieri. Era un programa para estudiar artes escénicas. Para entrar pedían quinientos colones (ahora entro en duda con los datos porque no sé si eso fue a finales de ese año en que nos dolarizaron; año más, año menos, no lo sé). ¡Eran quinientos colones! Ni eso p

Walk

Wordreference.com tiene lo suyo. Define walk así: walk1 /wɔ:k/ verbo intransitivo (go by foot) caminar, andar (conj.⇒) (esp Esp); (in a leisurely way) pasear ; (go along) ‹hills/path› recorrer (take for walk) ‹dog› pasear, sacar (conj.⇒) a pasear (accompany) acompañar. De todas las acepciones mencionadas las que más me gustan son recorrer y pasear . Ha de ser este mundo globalizado el que me obligó a decir walk y no caminar , y también es culpa de las películas hollywoodenses chafa que evoque junto a esa palabra un semáforo con un hombrecito verde que le indica a los transeúntes que es hora de cruzarse tal avenida en una ciudad tan enorme como Nueva York. Caminar no es lo mismo que dirigirse a pie a algún sitio. No, no es lo mismo. Caminar requerirá de una decisión trascendental: elijo por hoy no usar el transporte colectivo y usar mis piernas para llegar a tal sitio. A mí me gusta caminar. Siempre soñé con vivir más o menos cerca de mi colegio, universidad o trabajo para andar a pi

Aquí corrió...

En mi país tenemos un dicho que reza así: Es mejor decir aquí corrió que aquí murió . Han de saber, amigos, que mi patria es violenta, mucho con demasiado como dicen las gentes. Pero el dicho, en mi opinión, no tiene nada que ver con la muerte en sí misma. "Aquí corrió..." solemos usarlo para defender nuestra aparente cobardía. Aparente, sí, sí, sí, muy aparente. Digo eso porque no siempre cuando uno huye es por temor. Digamos que echar mano de la prudencia no está mal, nada mal. Estaba con mi amiga Anna el otro día en un café y le digo: vos seguís instintos, ¿verdad? (y asintió victoriosa) Yo también, le dije. Y así fue como decidimos replegarnos y buscar en otro lado porque no siempre las buenas sonrisas son las que nos convienen. Yo los invito a que si de casualidad tal fulano o fulana les da de ese miedito raro, o desconfianza, o está medio inseguro... ¡huyan! O si tal proyecto no va, no camina, ¡que se mude! Errantes seremos. Aquí corrimos porque es mejor caminar y hace

Vicios mayores

«Poco importa lo que yo u otros puedan decir. Lo esencial que he de realizar, si no es mutilado, destruido o defectuoso en el breve tiempo que aún me queda, es absorber en mí todo cuando se ha hecho, convertirlo en una parte de mí mismo y aceptarlo sin protestas, ni resistencias, ni temores. El mayor de los vicios es la ligereza. Todo lo que llega hasta la conciencia es justo.» Oscar Wilde, De profundis.

Erratas

Este trabajo a veces da para reírse. Ya lo hemos dicho, nos pagan para no equivocarnos, ahora bien, ¿a los redactores les pagan para decir tonterías? No me vean mal y no piensen que es prepotencia, miren nomás: «Aprovechen las ventajas de lavar su ropa en lavadoras que lavan y cuidan sus prendas por su innovador sistema de lavado .» Le cuento a mi amiga Marie y me dice: «Es mejor lavar en lavadoras que lavan, porque algunas lavadoras planchan, ¿verdad?» (Y después quieren que uno los tome en serio.) Así la vida, en fin.

Trotamundos (o patechucho)

Aquí en mi país tenemos una manera divertida de decir eso mismo: patechucho , que es una contracción de pata de chucho . O sea, pata de perro , pero si decimos pata de perro no es tan chabacán, así que me quedo con patechucho. Es bonito, y más si uno imagina a un perro pulguiento, apestocillo y callejero. De esos que salen a veces en las portadas de los libros de Coetzee. Huesudos y viejos de tanto andar, como este , por cierto, el libro es fenomenal. Mi madre siempre me dijo así, que yo era una gran pata de chucho. Eso significa que me gusta andar aplanando calles, caminar, explorar nuevos mundos. Mi familia siempre fue así, no tener carro jamás nos detuvo. Mi hermano y yo nos pegábamos a mi papá como garrapatas y nos íbamos al estadio, FENADESAL (una estación de tren con cancha, lotería y un gimnasio abandonado), o a la casa de la abuela, o hacer bicicleta de montaña, o paseábamos hasta aquel balenario con un sapo esculpido en piedra. La culpa la tienen mis padres, a quienes siempre