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Mostrando entradas de diciembre, 2012

Triangulaciones infinitas (o la felicidad de levantarse el sobrero para saludar)

¿Cómo puede iniciarse un texto para decir cuánto bien me has hecho ? Quizá la manera más precisa sea esa, ser honesta. Pero, ¿cómo hace una para impresionar a alguien que ha visto mucho? Talvez sacando las pepitas que una ha esculpido con tanto ahínco allá dentro de esa cueva donde dicen que se aloja el corazón. He repensado esta nota en innumerables ocasiones. Desde enviarla por correo postal hasta publicar esta nota electrónica. Elijo la segunda opción a pesar de que la primera resulte más entretenida. Sí, bueno, la modernidad y el corre-corre que no es excusa. Hoy te han saludado muchos y quiero unirme a esa oleada. La primera vez que escuché de vos fue porque una compañera de la universidad me contó de tu clase. Que era fantástica y blablablá. Y yo le creí, y cuando estuve ahí no pude hacer más repetirme como mantra qué-cla-se-más-pe-la-da-omg! Fue de ese modo que descubrí eso de las triangulaciones infinitas, con Pierce. Algo que no me canso de retomar y me sorprende cada ve

Miedos: silencio

Tengo miedo de quedarme sin palabras. Me da terror venir a este sitio y no tener nada qué decir, que me agobie "el día a día" y volverme una persona que se queja en la calle de equis cosa del trabajo. Quizá lo más terrible pudiera ser que se me olviden las palabras amables, las que son dulces, las que lavan el alma. Quizá por hoy lo que deba hacer es no temerle al silencio. Quizá sea mejor jugar como antes, como cuando el día no acababa.