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Mostrando entradas de junio, 2012

Cuestiones de oficio

A veces me queda tiempo para ponerme a meditar y pues medito. Me gusta que se me pase el abatimiento, la furia y la confusión para que por fin pueda ver la luz afuera de la caverna. No doy garantías de que este razonamiento vaya limpio de sentimientos, pero necesito decirlo. Así, egoístamente, pienso que a todos los que se nos ocurre decantar nuestra vida en la docencia algún día, o casi siempre, nos da depresión. O estamos abatidos porque los chicos no estudian o qué se yo. Supongo que tenemos el ego más grande del mundo pretendiendo sostener que tenemos algo qué decirle y enseñarle a esa indómita sociedad. Supongo también que tenemos esos errores que no queremos ver, y que los reproducimos de manera constante por los siglos de los siglos amén, en cada nombre de la lista. Supongo que somos lo suficientemente descarados como para levantarnos cada mañana y decir: ah, hoy les voy a enseñar equis cosa. No, no soy negativa. Soy pesimista porque así me salvo de las decepciones amorosas