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Mostrando entradas de 2012

Triangulaciones infinitas (o la felicidad de levantarse el sobrero para saludar)

¿Cómo puede iniciarse un texto para decir cuánto bien me has hecho ? Quizá la manera más precisa sea esa, ser honesta. Pero, ¿cómo hace una para impresionar a alguien que ha visto mucho? Talvez sacando las pepitas que una ha esculpido con tanto ahínco allá dentro de esa cueva donde dicen que se aloja el corazón. He repensado esta nota en innumerables ocasiones. Desde enviarla por correo postal hasta publicar esta nota electrónica. Elijo la segunda opción a pesar de que la primera resulte más entretenida. Sí, bueno, la modernidad y el corre-corre que no es excusa. Hoy te han saludado muchos y quiero unirme a esa oleada. La primera vez que escuché de vos fue porque una compañera de la universidad me contó de tu clase. Que era fantástica y blablablá. Y yo le creí, y cuando estuve ahí no pude hacer más repetirme como mantra qué-cla-se-más-pe-la-da-omg! Fue de ese modo que descubrí eso de las triangulaciones infinitas, con Pierce. Algo que no me canso de retomar y me sorprende cada ve

Miedos: silencio

Tengo miedo de quedarme sin palabras. Me da terror venir a este sitio y no tener nada qué decir, que me agobie "el día a día" y volverme una persona que se queja en la calle de equis cosa del trabajo. Quizá lo más terrible pudiera ser que se me olviden las palabras amables, las que son dulces, las que lavan el alma. Quizá por hoy lo que deba hacer es no temerle al silencio. Quizá sea mejor jugar como antes, como cuando el día no acababa.

Casémonos, pues

1 Ahí en un chorrito de la Hacienda lo conocí. Es que yo a él nunca lo había visto. Como a mi mamá no le gustaba ir a cortar a ese lado casi siempre nos íbamos allá abajo, por El Limón. Allá los surcos eran bien bonitos, largos, pero los de por acá no, a mi mamá eso no le gustaba. Pues esa vez no habíamos conseguido donde siempre, entonces nos fuimos para allá. Era el más tranquilo de todos. Es que ese montón de babosos sí que eran locos. Pero Adán no, él era bien serio. 2 Casi siempre nos hallábamos en el bus. Era la época en la que yo iba a la Academia Marlene. Ahí me enseñaron Cosmetología. La niña Marlene era bien seria, no le gustaba que anduviéramos de novias. Entonces yo después de ahí me encontraba con tu papá y nos regresábamos. Él esperaba que yo me fuera en mi bus, y ya después se iba él. 3 Pues un día íbamos para Atecozol, creo yo. Estábamos con tu papá en el desvío (a Sonsonate), y en eso que aparece mi mamá. Ajá tal por cual, me dijo. Y rapidito me llevó para la ca

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A nosotros dos ni nos presentaron. Caímos así, de zopetón. Casi uno detrás del otro. Recuerdo una imagen clarísima. Era de mañana. El sol entraba alegre e iluminaba un sillón color vino que usábamos como bus, casa, montaña, fuerte, sitio de batalla. Recuerdo que él me preguntaba que cuántos años tenía. Yo le contestaba que cuatro, y él me decía que cinco. Eso es lo primero que recuerdo de la relación con mi hermano. Esa diferencia temporal. A mí siempre me tocó repasar sus pijamas, camisas y calzonetas. Es que yo fui una niña bien niño y siempre he estado orgullosa de eso. Recuerdo que no me molestaba mucho aquello, porque yo vengo de una familia extensa muy tradicional en los quehaceres masculinos, rurales y chabacanes. La nuestra es una relación de amor y desesperación. Nos conocemos tanto que nos extrañamos y nos odiamos con cariño por lo que somos. Una relación sana de hermanos. A veces nos admiramos de los logros del otro, a veces no entendemos por qué tomó esa decisión, pero

Música clásica: mi primera historia en Twitter

Resulta que me gusta Twitter, sin embargo me da pereza publicar constantemente. Uno, porque no tengo un teléfono con esos servicios; dos, porque hay trabajo qué hacer; y tres, sí, me da pereza. Contra todo eso me animé a escribir un minirrelato de una pasadita de mi vida cotidiana. No es una gran historia, pero sí mi primera historia en twitter, bien de moda que ya tiene premios para periodistas y blablablá. Igual, lo divertido es que puedo hacer oraciones cortas, que tanto me gustan. Lo intenté, y esto quedó. Léase de abajo hacia arriba, ya sabe usted.

Made in El Salvador

Por las mañanas viajo en buses que hizo la Mercedes Benz y generalmente pago con una moneda grandota, dorada, llamada dólar. A veces en la parada del estadio me compro una bolsa con papaya que trajeron de Guatemala. Una vez una rebanada me cayó en la camisa cuya etiqueta dice Made in China, fue el mismo día que quería llevar a reparar mis zapatos comprados en MD (porque siempre salen malos)  al taller de don Fidel. En las mañanas uso de esos plumones que se compraron en Office Depot, y apunto mis próximas tareas en mi agenda que fue hecha en Brasil. Cuando trabajo mucho me desperezo viendo el Facebook en mi computadora HP L710 que recién me acaban de cambiar porque la otra ya no servía. Otras veces reviso en la web si hay algo interesante qué ver en Cinemark. El último filme que vi fue británico, en ese Gary Oldman hace de espía. Dicen que ganó un Oscar por esa, y fue el argumento con el que fuimos a verla con mi chico. En mi teléfono, cuya señal provee una empresa española, me cae

¡Y cómo pasan los años!

Acabo de publicar en mi perfil de Facebook la foto de cuando egresamos. Y pensar que cuando entras a la universidad lo único que quieres es salir y "trabajar". Pero cuando ya estás fuera y te hallas desprotegido, desamparado, acongojado y con pesadumbre, lo único que quieres es volver a esos años de tiernos idilios universitarios. Para algunos es una total tortura volver a esos días, en cambio para mí no lo fue. Aunque quizá no los repetiría. Lo que está pasando, para muchos de mis coetáneos, es que nos ataca la nostalgia y la lagrimera por aquellos días de paraíso. Colegas, amigos, estamos poniéndonos viejos. Muchos de mis compañeros ya se casaron y, por supuesto, ya tienen hijos. (¡Vayan y superpoblen el mundo!) Muchos ya vamos alcanzando los treinta y sí, nos estamos poniendo aburridos. Es un aburrimiento de lo más horrendo, porque es ese en el que a través de las redes sociales nos acusamos de "descuidar" nuestra amistad y de no responder nunca a las invitac

Memoria

Tuvo que faltar mi viejo para que yo entendiera qué era la memoria. Aunque no siempre fui inconsciente, tan solo fue que no se me ocurrió nunca que él se me fuera tan pronto. No pude maniobrar, no puede grabar ni eternizar mi legado. Tengo miedo del olvidarlo, me aterroriza la idea de que cuando yo tenga la misma edad de él no lo recuerde como lo viví. Y sé que la memoria tiene sus vueltas, pero quiero recordarlo fresco, mío, como cuando en segundo grado me enseñó eso de "A mi criterio, pienso que..." Sí, me da miedo el olvido. Por eso estoy aquí, con mi libreta lista, con cuando artefacto sortee la muerte y vuelva eterna la vida.

Cuestiones de oficio

A veces me queda tiempo para ponerme a meditar y pues medito. Me gusta que se me pase el abatimiento, la furia y la confusión para que por fin pueda ver la luz afuera de la caverna. No doy garantías de que este razonamiento vaya limpio de sentimientos, pero necesito decirlo. Así, egoístamente, pienso que a todos los que se nos ocurre decantar nuestra vida en la docencia algún día, o casi siempre, nos da depresión. O estamos abatidos porque los chicos no estudian o qué se yo. Supongo que tenemos el ego más grande del mundo pretendiendo sostener que tenemos algo qué decirle y enseñarle a esa indómita sociedad. Supongo también que tenemos esos errores que no queremos ver, y que los reproducimos de manera constante por los siglos de los siglos amén, en cada nombre de la lista. Supongo que somos lo suficientemente descarados como para levantarnos cada mañana y decir: ah, hoy les voy a enseñar equis cosa. No, no soy negativa. Soy pesimista porque así me salvo de las decepciones amorosas

Hoy cumple años Ronald

Lo del titular es una mentira. Hoy no cumple años Ronald. Es en pasado: cumplía. O sea que ya no. Ronald fue mi amor obsesivo adolescente. Porque todos alguna vez hemos sido estúpidos y nos hemos enamorado de alguien que no nos quiere. Lo de Ronald y yo era una cosa enfermiza como suelen ser las relaciones de quinceañeros. Yo lo amo, él me odia, y cuando yo lo odio porque no me ama, él me ama porque lo odio. Bellísimo. He ahí la complejidad humana... y la falta de inteligencia. Lo bueno es que una con los años capitaliza males ajenos y sufre un poquitín menos. (A veces, a veces.) Les cuento lo de este chico porque a él la vida se le fue un instante. A Ronald lo mataron. Ahí iba saliendo de la universidad. Le quitaron el celuluar (y esto es imaginación mía: y el muy tarado se resistió y le pegaron un tiro). Así murió Ronald: ladrón pide dinero, Ron se niega, Ladrón pide teléfono y Ron también se niega. Toma Pum Pum. El celu es mío, imbécil. Dicen que fue domingo. A mí Rocío me dij

Breve queja sobre cómo nos robaron la tranquilidad

Hoy echaré veneno. Ayer llamé a mi hermano para saludarlo y me dijo que algo había pasado en la casa. Me preocupé un poco, pero me dijo que mamá me contaría. Ayer, día de las madres. Hoy llegué a casa para almorzar con mi vieja, encontré a todas sus amigas ahí y no tuve más remedio que comprar un pastel comunal para que todas picaran. ¡Felices las doñas! Pero cuando la mayoría desapareció, mi madre y la niña Rosita (amiga eterna de la familia) me contaron que se habían metido a robar a la casa. -Dejaron todo tirado... -Buscaban dinero y joyas... -Se llevaron las dos computadoras... -Y el bolsón del niño... (¿El de chucho?, pregunté) -Mateo lloraba por su computadora... su bolsón -Se metieron por el techo... -Levantaron el techo... -Dejaron una gran cagada ahí en el tendedero... -Menos mal no mataron al chucho... -Yo, hija, no he podido dormir... Contra toda racionalidad, diré lo que me hierve por dentro: este país es una mierda. Una mierda bien hecha a pulso. Porque vaya

2 + 4.5 (Suma de ausencias)

Con la novedad de que la 42 C que tomo desde el estadio Cuscatlán venía semivacía, digo, que por fin vine sentada, pensaba en que hoy es el segundo aniversario de Don Paco. Pensaba en que si me quedaba y avisaba al trabajo que tenía ese evento (ya luego resolvería la marcación). Mis pensamientos se metían entre cómo iban a celebrar hoy y blablablá. Fuera de cualquier pose lastimera (porque hay personas que les gusta sentirse salsa con eso), quizá la mayoría de los que estuvimos en la clase de Don Paco lo extrañamos. Ahora bien, se le revuelve a uno el alma y sí, es bueno decir "Era magnífica persona...", "Grande el maestro..." y etcétera. Pero pensándolo bien, por qué extrañamos. ¿Por qué cada traslación volvemos a la misma fecha y celebramos novenarios?  Me puse a pensar en eso, en Don Paco (ya dos años sin él), en mi viejo (cuatro y medio sin su mano acariciándome la cabeza o echándome las cobijas a la hora de dormir), pensaba en la gente que he amado y que ya n

El cubil felino

Este conocidísimo nombre lo he adoptado, lo sabe usted señor lector, de la serie animada Thunder Cats. "Muñequitos" que vimos en nuestra niñez. Así, esa pareja de palabras la he usado en algunas ocasiones para denominar ese límite geográfico en el que se me ha permitido vivir. Soy territorial, y unque no ando meando en los árboles y postes para que reconozcan que ese sitio es mío, sí me esfuerzo en que haya una línea invisible que los demás reconozcan como frontera inviolable. Cuando vivía en casa de mis padres pataleé por años para que me pusieran una puerta. Sí, señor lector, la casa en la que habité fue diseñada en esos proyectos habitacionales de carácter social. Puede inferir que lo que entregaban era un cascarón funcional. Paredes sin repello, ventanas sin balcón, puertas de hierro, sistema hídrico y eléctrico. No más. Más tarde obtuve mi puerta y construí mi reino con una tele, libros y una mesa para la computadora. Ahí hacía ejercicio, ensayaba mis diálogos para l

Dadme un sobrero, y seré otra

Hace días, cuando entré a esa habitación una mujer de ojos azules y cabello castaño me pidió que fuera una vendedora. Tomé el basurero que estaba ahí y me lo puse en la cabeza. Sin saber cómo un pregón fortísimo salió de mi garganta. Esa fue mi audición para entrar al grupo de teatro del colegio. Más tarde, hice voces de caballo, vestí a las hijas de Bernarda Alba, cargué con vestidos y fui una mujer en "equilibrio". Ahí me convertí en jefe militar, con los zapatos de mi hermano, fui un zorro dispuesto a ser domesticado también. En la universidad, la vida de mujeres y hombres me atravesó el alma. Ladrón escurridizo fui. Prostituta. Criada de las Sabihondas. La madre loca de un pueblo sombrío y desdichado. Fui, además, cantante carnavalera, fui una mujer dolida, triste, sola. Fui las voces de la mujer que gritó de placer durante un masaje. He sido rey y mendigo. He sido, por lo demás, actriz de esta vida "normal". También juego mi papel de profesora "estricta

Un cuarto propio

Luego de una clase de Redacción con don Paco, aproveché y con una amiga nos acercamos a él. Ni si quiera recuerdo con quién estábamos cuando él le dijo que debíamos leer Virginia Woolf. Con el borrador en la mano explicó que en el libro Miss Dalowey lo que la Loba hacía era contar múltiples realidades a partir de un solo hecho. El borrador de pizarra era el momento en el que Clarissa salía a comprar flores y como quien tiene cámaras a lo largo de la calle, Virginia cuenta besos de amantes, cómo los carros atravisan las calles... el mercado. Todo lo que sucede en un instante. Después de esa clasesita exprés, fui por los libros y me encontré con uno que parecía ser más o menos manejable: "Una habitación propia". Admito que en aquel entonces me costó leerlo un poco, quizá por la traducción o por la manera en la que es narrado, pero con todo y todo confieso que me fascinó. Lo que una mujer necesita para escribir es una habitación propia (pagada de su propia bolsa) en la que pue

Carta a Ana Vilma de Escobar

Señora Ana Vilma, permítame dejar de llamarle señora para que, como vos querés, te trate como se le trata al populacho: de vos. No te sintás ofendida por el voceo. Nosotros acá en la calle así somos. Anduve mirusquiando algunas fotos en las que aparecés, y quizá me permitiré explicarte un par de cositas. Como sos nueva en estos lares, pues no estaría mal que te consigás un asesor que venga de “abajo” para que te explique cómo va la cosa por acá. Como a nadie de tu campaña se le prendió el foco, o quizá sí consultaron Maquiavelo, pero no de la manera más precisa, entonces permitime comentar. Si Maquiavelo dice en El Príncipe que “te acerqués al pueblo”, que tus ministros, o vos, hablen su idioma, también tenés que tener en cuenta que acá abajo otro mundo es. Te muestro algunas acciones que quizá, quiero creer, hiciste con buena intención... pero que no fueron de agrado. Los choripanes Empezaste tu campaña para diputada con los choripanes de El chino. Un alimento bien apreciado por

Las anotaciones de Kevin

Desde hace años doy una clase de redacción por aquí y por allá. Es mi oficio y lo elegí sin que nadie me pusiera un revólver en la sien. Como novedad, este año es la primera vez que tengo un asistente que es la eficiencia misma. Su nombre es Kevin. Él es un chico de lentecillos y carita risueña, y que además goza del aprecio desmedido del mundillo académico de este lugar. Con él revisamos un ejercicio sobre oraciones simples. La primera parte era un entrenamiento con búsqueda de sinónimos. Luego redactarían oraciones temáticas y, por último, harían un párrafo completo de ¿adivinen cuántas oraciones simples? (...) Cinco, cinco nada más. Lo que pedíamos era: haga un párrafo de cinco oraciones simples. No, no eran veinte ni cincuenta, eran cinco. Sabía que el asunto no iba del todo bien, pero hoy, Kevin me entregó los ejercicios corregidos y casi me pongo a llorar. Me advirtió: hay varios ceros. Me hice la fuerte y asentí con un Así es siempre. Revisamos juntos el resultado y ¡oh, mad

Usted no me hable

Frente a esta máquina no me queda más que reflexionar en lo que acabo de hacer. Viajo en bus y mi país no es precisamente un lugar que se aprecie por el transporte colectivo. Así que cuando la ida y la vuelta a casa se hace en ese lugar móvil en el que se suben extraños a cada rato, pues la premisa es que puede pasar cualquier cosa. En el bus y en la calle. Me referiré en este caso específico a esos seres que por instalarse en equis sitio en la calle ya son parte del paisaje. Y claro, uno también es blanco de reconocimientos. Hay un vendedor de chicles que está al pie de la pasarela de la parada de buses frente a mi trabajo. Ergo, lo veo a diario, me ve a diario y sabe a qué hora y de qué bus me bajo. Él está ahí, me imagino, aburridísimo de estar en el mismo sitio todo el tiempo, dependiendo de que si a uno se le antoja un chicle o un dulce. Pasaba que, ahora creo que eso cambiará, cada vez que iba de camino me decía "cosas". Saludos y tonterías que ya iban llegando a ci

Cómo me gusta lo que hago

Mientras leo este artículo de María Moliner que mi amiga Maga me envío vía msn, no puedo contener la felicidad de estar rodeada de libros, marcadores, un cuaderno a rayas y detrás mío esa mi biblioteca que ya adoro. Si hay una actividad de la que gozo plenamente en mi vida laboral es la de organizar el curso. Sí, es laborioso; sí, uno se hace bolas y una cree que el tiempo es muy poco... con todo y todo, me fascina pensar en  qué leeremos, qué ejercicios haremos, si tal película es buena para la clase, o a qué sitio iremos. Todo eso me emociona. Solo hoy ya llamé a dos amigas muy queridas a quienes les pregunté qué más podíamos leer. Días antes otro amigo me dio dos títulos para que los tomara en cuenta. Ya traje a mi memoria los libros que quiero que degustemos, ya taché mil veces la lista de temas que abordaremos y ya la reescribí también. Todo eso me hace feliz, en serio. Después sé que me cansaré, que más de un chico no se entusiasmará tanto como yo con la clase; sin embargo,

Salmo 1

Estoy llena de ese vacío que envuelve. Es mi vida yéndose y reproduciéndose a través de mis dedos, mis manos, mi cuerpo entero. Cada palabra de la que soy presa repica contra una cadena que rodea mi cuello. ¡Cénsurame! ¡Quítame los gritos! ¡Ahógate conmigo! Venid a mí, palabras amables venid a mí, súplicas y llantos... ¡venid a mí, Emancipación! Cada palabra que atraviesa mi cuerpo me aleja más de este sitio que sufro-amo-gozo. ¡Palabras, enmudezcan mis llantos! ¡Griten desmesuradas mientras acaricio sus pliegues! ¡Palabras, acurrúquense conmigo y déjenme dormir entre silencios!