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Mostrando entradas de 2015

La rabia de los estudiantes

Ayer en mi país mataron a un gran maestro. Impartía Diseño, Historia del Arte, Semiótica de la Imagen y otras maravillas más. Mi corazón se unió a él cuando tuve la maravillosa suerte de que fuera mi tutor en el seguimiento académico. Cada tanto nos reuníamos y hablábamos de mis promedios... Y el arte y el cine... y que si escribíamos...Y así... Una maravilla de ser humano. Su nombre era José Manuel González. Ayer vi en las redes sociales los comentarios. Que siempre será el hijo meritísimo hijo de Izalco, que lamentaban... y empecé a temblar. Cuando mi amiga Margarita me escribió desde México... pensé: No, entonces es cierto... En una larga llamada telefónica lloramos, lloramos y lloramos. Como muchos... como tantos. Hoy este país perdió amor. Perdió muchísimo... Y todos los días pierde tanto... Leí sobre la carta de la chica que escribió porque mataron a su amigo, padre de una nena de 7 años, y que solo salió por pupusas... Y a otros amigos los asaltaron, pero están bien...  ¿ Qu

Una amenaza de muerte, Historia y otros cuentos de novela

Siempre odié Estudios Sociales. Eso de fechas, datos y nombres me parecía un suplicio. Cómo presenta la historia el actual programa educativo del MINED es una desgracia. Llenar cuadros con fechas y “relación” de hechos es lo más equivocado que pueden hacer (me he tragado todos los libros de texto con mi hermanito, y no le digan a nadie, pero llené unos cuadros con preguntas de lo más ridículas). ¿Quieren que tengamos memoria? Cuenten cuentos, chambres… comidilla. He aprendido más de cultura china con la novela Pabellón de mujeres de Pearl S. Buck y Empresses in the palace que con datos wikipidiescos. Hay historia con personajes, conflictos y a todos nos gusta ver historias aunque sean de lo más aguadas e inverosímiles (revise taquilla de Rápido y Furioso 7). Lo mismo me pasó con Khaled Hosseini y Mil soles espléndidos . Narra la historia contemporánea de Afganistán desde la vida de tres mujeres. Fue así que entendí por fin qué era eso de las ocupaciones, cuando llegan los rusos

Cartas de desencanto del sabio niño

Escribe inflexible y claro sobre lo que duele Ernest Hemingway Hoy vi de nuevo sus ojos llorosos. Vi cómo gritaba. Vi cómo maldecía tu aparición. Y lo sé, sé que no sentía esa amargura que reflejaba su ceño fruncido y su naricita enrojecida por las lágrimas. Sé que sus palabras de furia eran momentáneas y sé que en su corazón la bondad y la belleza son su fuente inagotable. Lo que no puedo olvidar fue cómo rodaban sus lágrimas y le mojaban la capa de superhéroe que una vez más le desgarraste. ¿Por qué luchar contra la fantasía? ¿Qué necesidad hay de cortarle sus alas? Tus quejidos y amargura lo envolvieron esa tarde. ¿Qué del encanto de las fantasías? Una vez más tus palabras crueles y sin explicación cayeron como una nube cargada con plomo y asfixiaron a los que ahí había. La bruma que soltaste se llevó las risas que ese día ese niño había sembrado. ¿Por qué? ¿Cuánto del desencanto se queda para siempre? ¿Cuánto de las palabras sombrías y las reglas sin razón se a

La preocupación de Francisco

Última hora: Papa Francisco preocupado por situación en El Salvador. San Salvador. 9 de agosto. Dicen que el papa tiene la mano en el mentón en señal de que algo hay que hacer con este pedazo de tierra. Dicen que autoridades de dicho país no entienden los motivos. Y otros dicen que qué exagerado. Ante la parálisis, extendemos nuestro editorial. EDITORIAL Preocupate, Francisco, que si no sos vos, somos nosotros pero los otros... ni sus luces. Preocupate, que quizá así alguien vuelva la cabeza y diga Huy, mirá cuánto niño mugroso. Quizá si un candil ajeno ilumina las cosas y este sitio deje de ser cementerio. Preocupate, que eso es mucho para un montón de gente que se da de golpes y de hacer algo nanay nanay. Preguntales, Francisco qué tiene de malo que una nena de 11 años no quiera tener un niño. Que no quiera criarlo. Preguntales, también, que qué puede hacer un chico de 15 años con un bachillerato de mierda que lo saca al mundo laboral sin saber mucho. Que quizá solo pueda ab

Una habitación propia

Cuando tenía 19 años leí Una habitación propia de Virginia Wolf. El responsable de aquel encuentro fue Don Paco. Cursaba por aquel entonces primer año de la universidad y estaba, como solemos estar, feliz de haber encontrado el charco en el que siempre quise estar. Eso de la vocación es una negociación constante con el azar. Primero está si uno trae el talento y supongamos que se tiene,  digamos, esto de escribir, entonces... ¿qué putas hacés con eso ? Cada día, con más o menos ejercicios, he procurado honrar eso que creo que es mi estrella. Mi gracia, como dicen las abuelas. Cuando leí Una habitación propia estalló en mi cabeza una marejada de ideas sobre cómo ser siempre esto que se supone que quiero ser. Lo que digo de mí de ningún modo es especial, ni siquiera exclusivo. Somos muchos los que estamos en medio de este circo en el que hacemos malabares para seguir en esto que nos gusta. Prometo que no volveré esto una confesión lastimera (ay, qué manía la que tenemos de derrochar cu

Rituales

Lo que tengo en mi maleta es una maraña de pelo que se enreda con los cepillos. Es un mascón al que no le gustan las coletas. No, no. Es un arbusto que crece sin control. Y sí, es una molestia para una niña de la fila de atrás, ella no puede ver la pizarra porque a mí no me da la gana ponerme una diadema. Es que me duelen las orejas, le digo. Lo que tengo es una palabra espeluznante en boca de un profesor mendigo. Tengo su desdén y lo pisoteo cada vez que puedo (ahora que soy malvada también). Tengo un péinate. Tengo una libreta llena de consignas del buen vestir y  dudas sobre si la higiene personal es algo que me interesa. Lo que tengo es una caja plástica con ganchos, coletas, diademas y cintas que odio usar. Es que me duele la cabeza, les digo. Ellos no me escuchan.   Tengo el recuerdo de una niña a la que la cola de lado se le ve espléndida. Y su fleco, divino fleco, causante de mis envidias. Tengo conmigo técnicas de alisado y peinado. Tengo también la habilidad bien cose

Las palabras duelen

Ayer por la tarde invité a mi hermanito a la clase que imparto en una universidad. Se trata de una de esas materias optativas para Ciencias Económicas. Cuando se lo propuse, él me contestó que con gusto, que quería pasar tiempo conmigo y me preguntó si los chicos de la clase lo iban a molestar. Le dije que no y me creyó. Cuando llegamos al salón, le pedí que se sentara al final para que no distrajera la clase. Ese quizá fue un grave error.  Empecé mi clase sobre estructuras del texto, que la oración temática y esas cosas que importan poco hasta que toca escribir un informe o una carta formal. Hacíamos un ejercicio y yo me paseaba entre la clase y cuando llegué al final del salón me encontré con mi hermanito, de tan solo diez años, y estaba lleno de lágrimas y furia. Me dijo: Ese de ahí adelante me dijo “culero”.  ¿Pero qué pasaba? Me acerqué al estudiante en cuestión y le pregunté en secreto. Naturalmente negó todo. Volví a mi hermano y le dije que quizá se había confundido y sente