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Mostrando entradas de marzo, 2010

Tengo celos*

Hay comportamientos extraños en este mundo. Tan extraños que a todos nos atacan. A ver, veamos este circo como lo amerita, como un espectáculo. O veámoslo como un experimento, un laboratorio... Eso, un laboratorio. Susodichos en cuestión: Chica : De características comunes, carácter indómito. Le gusta ir donde le da la gana y si ya no quiere ir más a un taller, por ejemplo, pues ya no va y manda todo a la mierda. Fin. Extraño 1 : Hombre mayor, no tan viejo, con familia, y digamos hipotéticamente es un... algo así como un profesor...no, facilitador, o de los que dicen que enseñan y pues sí, pero de todos modos no. Compadre 2 : Amigo y compañero de chica en tareas e investigaciones etnográficas en una mezquita musulmana, alero en el sacrosanto estudio de Maquiavelo. Amigo lo que se dice amigo, no pa'más... jodarria brava estudiantil. Demás público que observa : Gente respetuosa, mujeres, hombres, extraños que les gusta la comidilla. Experimentemos: Chica tiene meses de no parlar con

Canta, negrito

Marco Esqueche tiene la sonrisa fácil y el acento amiguero. Lleva varios años en su matata, en su cajón, en su djembé. Es imposible no enamorarse de sus achocolatadas mejillas. Es imposible no admirarlo cuando baila y toca el cajón. Marco es estricto, disciplinado también. Apasionado. Con sus palabras abiertas procura que la vena negra nos entre por los pies abrazados a la tierra, con los meñiques desnudos y asustados. Aquí reside la vida, dice. Aquí... Y el meneadito va marcado por ritmos ancestrales y viajeros. Es su taller de ritmo afro. Hoy todos venimos de África. Somos del África. Teñido de historia, Marco nos envuelve en carnicerías, abusos, llanto, tristeza, melancolía. Su tuntuctún cajonero es el río de sangre de sus ancestros. Su rataplán es la rebelión. Mis manos levantadas al cielo, imitándolo, son la libertad floreciente. Marco Esqueche lucha contra el racismo. Todos somos la tierra, todos somos bestiales. Con su sonrisa blanca me advierte en medio de la danza: "¡Negr

Hablan los hermanos

Él: (frente a la computadora y muy emocionado) soy a la antigua, yo copio clases. Ella: (con pereza le canta) "Yo soy de esos amantes a la antigua/ que suelen todavía mandar flores..." Él: (risas) Ah, yo hace años que no estoy en esas de mandar flores... Pero puesí, lo que te decía, mis compañeros se regodean de no copiarlas, dicen que para eso están los folletos, van y firman que fueron, y solo eso... Ella: La mayoría de trucos te los explican en clase, y no en los folletos... A mí me gustan de esas que parecen de muertos... Él: (Interrumpe con asombro) ¡Puya! Ella: ...como las margaritas... Qué chivo (bueno, bonito) que copiés las clases... Él: Bien fácil para estudiar. Ella: (tristona y algo distraída) A mí nunca me han dado flores... Él: (con rabia y los ojos desorbitados) ¡Qué hijosdeputa! *

Esto no es hablar

Hace días que esa frase resuena, y mucho. Un día de estos me atacó la peste y le mandé un correo electrónico incoherente y desordenado a un amigo. Devuelta dijo que no había entendido nada, pero que sí entendía mi tristeza y melancolía. Le contesté con otro correo que casi todo estaba bien, solo que tenía muchas ganas de hablar con él. Respondió: Bueno, "esto" no es hablar. Y fue fulminante. *

Las (hermosas) malas palabras

Estábamos en estudiando a Maquiavelo, hacía tres o cuatro días que nadie dormía porque también leíamos unos tres folletos diarios, algunos trabajábamos y estudiábamos, y demás. La catedrática nos miró como quien ve un ejército caído. No le dimos lástima, a pesar de que yacíamos sobre las mesas. Con su peculiar tono déspota y medio arrabalero, nos gritó: ¡Ustedes no jodan, todos estamos cansados! Estábamos acostumbrados a ese trato que nunca rayó en la falta de respeto. Nos gustaba así, medio soez. Muchos de los pilares de mi vida usaron palabrotas para expresarse. Jamás me incomodó. Una vez, cuenta la leyenda, mi papá estaba en medio de un partido de fútbol, e iba perdiendo el Alianza. Todos los aficionados blancos le gritaban al árbitro que era un vendido, la contracción de hijo+de+prostituta, el superlativo de cero+grande (futura contracción, supongo) y demás adjetivos floridos. Mi papá era desbocado en el fútbol, dejaba ahí su alma, así que también formaba fila en los que insultaban

Alberto

Recuerdo que la primera vez que lo vi usaba una camisa a cuadros. Tenía el cabello negro, envaselinado y al estilo de los imitadores de Andy, de los menudos. Esa música sonaba por aquella época. Él no los escuchaba, porque a Alberto siempre le gustó Madonna. También le gustaba cambiarse de uniforme cada quince días, ese año en el que se graduaría cambió al menos tres veces de insignia. Nunca supe si realmente era un genio indómito o si solo era capricho suyo. Venía de Cuscatlán, y vivía con su hermana y su madre en el pueblo en el que dicen que se apareció la Virgen, cerca del cerro de las Pavas. Venía cada lunes a las reuniones, y a veces, bien a veces, se sentaba a mi lado. A mí Alberto siempre me puso nerviosa porque tenía más carácter que yo, porque era mayor, porque siempre parecía tener la vida resuelta. Me encantaba por eso. En aquellos días era una niña demasiado adulta y una muchachita demasiado niña. Ni chicha ni limonada, como decimos por acá. Con mis amigos jugábamos a ser

Gozar

SAM: Gozar. Déjenme decirles algo acerca del goce verdadero. El gozo llega cuando uno logra lo que se había propuesto lograr, cuando sabes exactamente qué es lo que deseas lograr. Cuando tienes opiniones, criterios formados, un sentido de la historia, un marco cultural definido, para que en cualquier lugar, en cualquier momento, sepas muy bien de qué diablos se está hablando... Cuando todo dentro de ti está en paz, y es dulce y es inocente y todas tus partes encajan a la perfección, cuando te amas a ti misma, ¡por Dios!, y no al marido de tu mejor amiga. ¡Déjame decirte! se goza cuando la conciencia está tranquila, transparente, y te sientes cómoda contigo misma. Cuando te puedes mirar al espejo cada mañana y decirte "buenos días", en lugar de querer vomitar (¡Arrghhh!). Necesito otro whisky. Tomado de "La amante", de Arnold Wesker. "Seis obras para una sola actriz", pág 144. 1997.