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Mostrando entradas de 2014

Y usted... ¿cuándo? (Mi embarazo)

Mi embarazo no duró (ni durará) nueve meses. En realidad ha durado ya 21 años. Porque cuando yo tenía 10 años mi tía  ― que solo me llevaba cinco años, o sea ella tenía quince ―  quedó embarazada. Pero mi embarazo no es el de la acepción 2 de la RAE . Mi embarazo es el del significado 1: impedimento, dificultad, obstáculo. Durante varios días me han preguntado que ¿cuándo? voy a traer un bastardo el mundo. ¡Un bastardo? Sí, porque la lengua sigue siendo cruel y sigue llamando así a los hijos de las uniones no matrimoniales. Y si la lógica no me falla, aquí hay bastardía que cae como diluvio. He consultado de nuevo la entrada de mi amiga Loyda Salazar en la que dice que dice: " Si tuviera un dólar por cada vez que alguien me pregunta por qué no tengo hijos aún, probablemente ya tendría ahorrado para pagarme la estadía en el hospital más caro de El Salvador el día del nacimiento de mi primogénito." Hay una presión social increíble para que las mujeres que tenemos pareja es

Las niñas se fueron

Ser niña es difícil. A veces tienes que aguantar ponerte vestidos feos que te dan picazón en la barriga o que tu papá le compre primero una bicicleta a tu hermano y que para conseguir la tuya debas hacer berrinche. O que siempre debas ir peinada al colegio porque a nadie le gusta una niña con el pelo revuelto. Nacer (ser) niña es una maldición, dijo mi abuela una vez. Me ocupa hoy un recuento cinco casos, de esos que están en los libros y en películas que me gustan. Un chance para repensar este asunto de nacer con vagina. Caso 1: Los hombres grises te roban el tiempo Cuando leí Momo, de Michael Ende, entendí que una niña iba a salvar aquel sitio. Una niña heroína, ufff, eso sí que es fuerte. ¿Por qué no tenemos más heroínas? Tenerlas sería hermoso y maravilloso. Lo que me gustó de ese libro es que Momo tiene que luchar contra la desilusión, contra ser adulto, contra esos hombres grises que representan esta horrenda vida moderna que llevamos. Sí, ser heroína... es que es complica

Corbatas

Para mis hermanos Mi papá olía a colonia de mar. Olía a betún de zapatos y a papeles de oficina. Mi papá olía a risas de pasillos, a carcajadas en la cocineta (y los regaños del teléfono él los volvía espuma). Mi papá olía a guitarrones antiguos. Mi papá olía a números. A canción compuesta en una máquina comía papel de rollito. Mi papá olía a sumas, restas y balances positivos. Mi tata olía a historias ajenas, olía a lágrimas y alegría. Olía a compañerismo y buena conversa. Él olía a talco, olía a grasa de bicicleta, olía a mentol de deportistas, olía a camisa planchada, olía a libros viajeros que hacían amigos. Olía a grito de gol desbocado. El muchacho que fue mi padre olía a rosas amarillas, a bambú y devoción por la amada. Nuestro padre olía a preocupación contenida, a libertad constructora... En mi memoria sigue estando la barra toallera llenísima de corbatas. Azules, rayadas, de puntos, sólidas, con textura, de muñequitos... Esas corbatas que escogíamos ju

¡Vamos al Circo!

Anoche fuimos al Circo. Y me reí como loca. Cuando llegamos estaba el hombre que tiraba fuego y un trío de músicos-payasos tocaban esa maravillosa pieza que dice Tatata tatara, tatata tatatara, y que termina con un trompetazo al cielo. Mauro Arévalo presentó anoche en el Museo de Antropología su documental Circo . Este trata de la vida circense y blablablá (puede leer del asunto acá , aquí , por acá  y por este lado ). En varios de estos rotativos dicen que se trata de mostrar  "quiénes son, cómo viven, se educan,  en qué lugar duermen, cuáles son los sueños y anhelos de quienes pasan su vida bajo la carpa ambulante del Circo".    El director del documental, Mauro, quien también es músico, se lanzó a contar una historia. Anoche estuvimos en la vida de la familia Ruiz. En la nota de El Diario de Hoy, Mauro comenta que " en la rama audiovisual, El Salvador explota la violencia y el tema de las pandillas de una forma grotesca". Apunta: "Hasta se escucha

Ellas, las que escriben

Acaba de morir Nadine Gordimer. Acaba de morir Ana María Matute. Toni Morrison tiene ya 86 años. Pronto se irá... y voy a tener que soportarlo. Voy a tener que llorar quedito primero... y luego, mientras mi hombre me dice "lo siento", voy a escribir sobre lo vitales que fueron... No, entonces me corregiré y voy a decirme que soy estúpida y descuidada porque el pretérito es algo bien cruel. Entonces, mientras las gotas de la lluvia caen en el techo pensaré en que "era" no es la palabra apropiada. Diré "son" y me prometeré como quien hace un contrato infantil que siempre será en presente, que por mis venas corren sus palabras, que quisiera que sus fantasmas me azotaran la tristeza. En un chasquido volveré al aula B-24 y Aníbal Meza me volverá a asignar Diario de una buena vecina , y entonces le repetiré que lo he odiado, que es maravilloso, pero que odiaré siempre internarme en ese mundo grotesco... y diré diez años después que esas imágenes que yo creé

Rear window: viejeras y Hitchcock

Como cable ha pasado a ser dominio de los presentadores con actitud (entre la grotesca sexualidad y los hombres tatuados que están bravos todo el tiempo), pues nosotros ya no lo vemos. Además, como soy algo introvertida la gente tan escandalosa me cansa y salgo corriendo. Tampoco vamos mucho al cine en estos días porque las pelis están horribles. (Ahora viene la cantaleta de que tengo pretensiones y que soy intelectualoide y blablablá. Diga lo que quiera, pero las pelis están feas). A mí lo que me gustan son las buenas historias. Como a todos nos puede gustar la buena comida o una buena camisa, o un par de jeans que duran y sirven para todo. Y lo bueno es subjetivo. Fin de las disculpas. Ayer vimos en casa Rear Window. Y todos adoramos a Hitchcock, que fue grande y todo el lenguaje engolado de una crítica cinéfila. Ahora, yo no soy crítica (lea algunas acá  y aquí ), pero me parece necesario este ejercicio porque escribo, porque vivo de las tramas, porque las buenas historias son

El lector

La estampita ideal de la familia feliz es terminar el día así: papá o mamá le leen a su cría antes de dormir. Si es una familia ultraespecial, uno tiene un abuelito o abuelita que hace esa tarea; entonces uno le guarda gran amor y aprecio a ese ser sexta, septua u octogenario. Sería una vida cómoda y feliz como en esta escena de Fred Savage (Kevin en The Wonder Years) con el fantástico  Peter Falk (el aparentemente distraído teniente Columbo ), quien le cuenta una historia llamada The Princess Bride ... Otra lectora entrañable para mí es Winona Ryder. Ella, antes de hacerse escritora, le lee a su tía en Little Woman. A esa película le tengo cariño. No solo porque en quinto grado transcribí el libro gracias a una profesora discípula de Hitler quien nos castigó así por no tener los resúmenes, sino porque yo también quise ser Joe, la escritora (que va más allá de plantarle un apasionado beso a Christian Bale , aunque eso todavía me hace ilusión). Y está El Lector (de  Bernhard Schlink )

Un gato propio

Soy una treintona casi frustrada. Pero mis pesares no son de índole fútil, por ser amable, como si estudié lo que quise o si tengo el trabajo soñado o el marido ideal, como diría Wilde. Tampoco me siento aminorada por ser bajita, morocha y ciega. No, no, no. Dos de esas características fueron en más de una ocasión veneradas (y siguen siendo huella de buen recuerdo). Sí me frustra un poquitín que no terminé el tal inglés en mi adolescencia y ahora estoy retrasada en eso y blablablá. No, mis frustraciones son más profundas. Son casi infantiles. Jamás he tenido un gato. En serio. Venero a esas criaturas salvajes, pero nunca he nombrado uno. Y por lo pronto no sé si me llegará a pasar esa felicidad que supone que un gato se me arrime mientras leo sandeces. Sueño con el día en el que llegue a casa y esa cosa peluda haya rasguñado mis sillones, o que dé de maullidos mientras le digo que le compré camarones. Sueño con poder ponerle un nombre snob de algún escritor que me guste. A los ve

Cadenas

Las historias de emancipación son lindas, esperanzadoras... nos dan fuerza. Voy a recordarles el cuentecito del elefante y la cadena; y ya sabe usted que como no sabe lo fuerte que es se queda ahí y blablablá. Que es cierto, que es terrible. Que también hemos visto fotos de cómo los domestican. Y no es con amabilidad como con el Principito y su Zorro. No, es brutal. Así algunos sitos. Así algunas gentes. Quizá lo más relevante de la emancipación es que uno se de cuenta de la cadena y luego, voy a escribirle cartas a mis hijos, amantes y seres para que manden un pastel en el que adentro vaya una lima. Lo mejor de las cadenas es que son eslabones, sin una pieza no son nada. Lo mejor de la emancipación es que viene de maneras insospechadas. Lo mejor de las cadenas es que puedes hacer ejercicio brincando con ellas y te dan, como las pesas, más fuerza. Lo mejor es que cuando no las tienes y tienes la fuerza que te dejaron... sí, puedes saltar tan alto que puedes tocar la copa de los á

Homenaje a Don Paco (Francisco Andrés Escobar)

Una tarde, la Kiki y yo nos pusimos a fantasear sobre todo y nada, sobre libros... y se nos ocurrió hacer este video en homenaje a Don Paco porque ya se acercaba su cuarto aniversario. Él fue el motor de una gran generación de periodistas, investigadores, docentes... estudiantes al fin y al cabo. Con él, muchos descubrimos nuestra vocación. Cada sábado nos llenaba con sus Croniquillas y los que vimos Billie Elliot con él quizá jamás olvidemos ese momento luminoso en el que él dijo qué era asumirse, que este oficio (escribir) era hermosamente jodido (lo de jodido lo agregué yo). Para el video, contactamos a amigos vía correo electrónico, Facebook, Wassap y llamadas telefónicas. Les comentamos nuestro plan y repartimos a Don Paco por Perú, Italia, España, Costa Rica y El Salvador. Todos hicieron lo suyo (hubo camarógrafas de cuatro años, incluso), apartaron un ratito de su vida para darle vida de nuevo al maestro... y en casa armamos "el muñeco". Gracias, gente, por estar,

Estoy entregada a un libro

Estoy entregada a un libro. Un libro que duele leer. Entregada a un libro estoy y este día y esta noche nada ni nadie podrá perturbarme. Escucho voces de gentes estúpidas. Entre el barullo hay poca luminosidad. La cotidianidad recupera el valor que tiene: el absurdo. Veo con nuevos ojos las torpezas propias, la estupidez que cometí y no me inmuto. Me inmuto lo suficiente para sanar los errores. Sin embargo, este día estoy entregada a un libro que estaba esperándome. Es un libro triste y desolador. Es terrible estar sentada en la orilla de la acera y morderse la boca para no llorar. Las gentes pasan y miran que leo. Es una novela, contesto y no digo más. Porque no quiero explicar esto tan íntimo que es leer sobre el dolor ajeno que es mío también. Lo he convertido en mío y nuestro, aquellos que nos deslizamos por las páginas, y coincidimos: esto es tremendo. Hoy estoy entregada un libro que me hace pensar en la muerte, el dolor y la angustia. No estoy pensando en la cotidianidad abs

Escribir, nuestro oficio (del plagio y blablablá)

Hoy leí a José María Tojeira , a Krisma  Mancía y una agradabilísima noticia sobre Claudia Hernández (a quien admiro con locura desde que hace unos diez o doce años me la presentó Rafael Menjívar en un librito de cuentos que estará en el estante de La Casa del Escritor en Los Planes de Renderos). El texto de Tojeira me llenó de ánimo, de coraje. Me dije: Vaya, qué bien lo ha dicho, qué fantástico. Cuando llegué al de Krisma Mancía mi corazón se hizo pedazos. Ella dice:   Luego me analizo y me veo 15 años atrás. Me recuerdo, allí en el limbo. Con mis cuadernos repletos de versos en una aula de la universidad. Desesperada y ansiosa por demostrarle al mundo mi talento y sin saber dónde hacerlo. Entoces yo también era y soy esa muchacha del ataché. Me dolió porque yo también he hecho eso. Me dolió porque la plataforma no es perfecta, pero quiere serlo, se esmera y sin confianza en ella no hay nada. He ganado los Juegos Florales en varias ocasiones y varios concursos antes. Me atreví

Nos han dicho locos

Me han dicho loca. También a mi amiga que tiene varios libros, que investiga y que tiene en su hoja de vida varias ponencias internacionales. Le han dicho loca a la mujer que acaba de editar un diccionario con palabras hermosas de mi país. Le han dicho loco a un hombre que escribe sobre filosofía, educación y cómo se entiende eso. Me han dicho loca porque admiro a todos los que acabo de mencionar. Lo del mote me arrancó una rabieta, pero luego se disipó cuando pensé: ¿pero por qué nos dicen locos? ¿Por qué a los de esa oficina nos llaman así? Entonces vuelvo a mi amiga -la que tiene varios libros- y a sus insistentes comentarios: la gente cree que solo  pasás sentada, que no hacés nada. Es que investigar/leer/escribir/corregir es una tarea ingrata, requiere sus horas nalga, sus horas cabeza, sus horas de ignorar todo para construir conocimiento o una nueva opinión. Esta mañana nos dijeron locos y fue una persona que no debería ignorar la tarea que tenemos. Quizá no ha terminado de

Nuevo año: un saludo necesariamente pesimista

No voy a decir nada inspirador  sobre el año nuevo. No voy a desearles un feliz 2014. No voy a bajar santos ni profetas para que me den un buen augurio. No pensaré en Nostradamus. No les diré que les deseo buenos deseos.  Tampoco haré una lista lacrimógena sobre las cosas lindas del 2013. Lo que voy a decirles es que empieza un nuevo ciclo y van a perdonarme la rudeza, pero el fracaso o el éxito no siempre tiene que ver con el contexto. Si yo les deseo feliz 2014 los imposibilito a ustedes de ejercer sus decisiones felices o infelices en ese lapso. Si yo le pido a alguna deidad que no haga difícil ni a ustedes ni a mí este año pues simplemente nos anulo. Y ya saben ustedes qué es el libre albedrío.  Hijo, amigo, tío, compañera, colega, crea en lo que usted quiera, pero que no nos sirva de pretexto para la irresponsabilidad. Yo lo que realmente les deseo para este año es que tengan paciencia. Si van a trabajar, trabajen. Si van a escribir, escriban y corrijan, pidan que del infinit