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Mostrando entradas de junio, 2010

Lengua, te llevamos florida (amén)

En el salón de clase nos decían que no se escribe como se habla . Y entonces vinieron los blogs, el Facebook y similares que le dijeron a esa afirmación: eso decís vos, desacuatializada elitista engañada... que te creés, ¿ah? Ignorante. De andar aquí y allá rebotando entre una página web y otra, me he topado con fenómeno que más de alguna vez me sacó carcajadas, sonrisas y hasta trompa brava. Estamos escribiendo más de lo que creemos y sí, escribimos como hablamos. Tendrá sus defensores y detractores, sobre todo los que -como yo- nos ocupamos de salvaguardar el uso correcto del idioma. Aireados y estupefactos, podríamos sacar nuestros abanicos victorianos y decir: ¡qué barbaridad!, esta gente... cómo prostituye el idioma. ¡La grandísima Real Academia salve la lengua! No diré eso. Ni siquiera abanico tengo. Que la Academia vea a quién salva. A lo que voy es que si ponemos atención da gusto leer (escuchar) cómo se expresan las personas ahora. El Facebook da para mucho. Pone un suj

La mujer orquesta

Aburrir(se) Acepción 6. Sufrir un estado de ánimo producido por falta de estímulos, diversiones o distracciones. Rae. Una vez la Maga me dijo que fuera a terapia porque caía bien. Meses después le hice caso y fui porque estaba sufriendo otro ataque de ansiedad. Las múltiples actividades que me gusta llevar (siempre) han hecho que piense de mí misma que soy lo más parecido al hombre orquesta, en mi versión femenina, claro está. He llevado ese ritmo desde que lo recuerdo. Ritmo de ardilla loca. Por eso fui a terapia, para que la terapista me dijera: Cálmese. Cuando era chica, muy chica y aún aprendía a leer, me aburría con frecuencia de las actividades escolares que hacíamos dentro del salón de clase; estas iban de lo emocionante que era jugar con trocitos de madera a hacerse uñas y collares con la plastilina (ahora modelina). Por supuesto fui de las alumnas problemáticas que jamás paraban de hablar, que contestaban honesto y que nunca de los nuncas permanecían sentadas. A mis actitudes

My funny Valentine

Sutil. Melancólica. Delirante. La voz de Chet Baker se contornea como una muchachita traviesa que se sabe mujer. Lame cuellos ásperos, repta y abraza. Chet es un dandy sentado en una silla, está solo con su trompeta mientras mira hacia el horizonte que no queda lejos, sino ahí, a un costado. Se sabe seductor. Suduce Baker, y no es el único.

Paraísos

He escuchado cómo muchos me advirtieron ya de que donde estoy también es un infierno. Quiero pensar que lo es, para no quedarme acá, para no acomodarme. Lo mío son las tablas, las aulas y las calles. Pronto. Pronto.

Los hombres hermosos

Me gustan los hombres hermosos, esos que con sus palabras cercanas o lejanas me hacen sonrojar. Soñar. El primero en la lista es mi padre. Por su bigotón, por su buen gusto por Santana y Queen, porque me acariciaba la melena fiera. A él le sigue Don Paco, a quien amé por sus palabras exactas. Por ser maestro. Por decirme que siempre debía trabajar más y más. La semana pasada José Saramago se fue en una sonrisa. Cuando Saramago vino al país fui a verlo al hotel ese, luego de una larga cola él firmó mi edición nuevecita de Portugal. Me puse detrás de él para conseguir una foto. Nada de poses, a él no le importó. Pero a mí sí. Lo conocí poco, pero me hizo bien. Ahora se va Monsiváis. A quien casi desconozco y que por la columna de Miguel Huezo-Mixco quiero conocer más. Me intriga. Los tres últimos eligieron ser incinerados y que sus cenizas fueran esparcidas en Costa Rica, Lanzarote y el Zócalo. Quizá en un acto voluntario de humildad y anonimato, para que lo que nos quedamos un rato más

Mudanzas

Me contaba mi papá que cuando compró la casa en la que crecí hizo cola toda la noche para poder tomar un número que le permitiera tener una entrevista. La tuvo, y cuando le preguntaron que cuál casa quería no le dio vueltas. "Puede elegir entre la 6 y la 18", le dijeron. "Deme la 6 ,pues". He vivido ahí toda mi vida. Vi los cambios que le hicieron, el pedazo del frente que le alargaron, las ventanas grandes. No recuerdo el jardín que sí tuvimos, y lo que sí recuerdo es cuando hicieron unas gradas empinadas que daban a un plafón en el que tendían la ropa para que el sol la secara. Cuando tenía 16 años lo único que quería era tener 26 para poder irme y vivir yo sola. Ahora que los tengo, dudo si debo o no irme de esa casa por la que mi viejo se desveló esa noche, en la que mi familia vive y malvive. Esa en la que sobrevivo sin él. (Déjenme, es que soy fatalista y exagerada, con el agravante de idolatrar a mi papá.) No me alcanza la plata que gano para mudarme sola, e

Yoga

Le dije a mi madre en el almuerzo que me había inscrito a un grupo de yoga. Me miró censurante. Me miró con resentimiento. -Es que esas culturas orientales... -dijo mientras trababa la mandíbula. Ese gesto es suficiente para mostrar su desaprobación total. -Es para hacer ejercicio -le dije, mientras le explicaba que se trabajaba con tensión y blablablá. Luego condené en secreto su falta de tacto. ¿Por qué no preguntó qué rayos era eso del yoga? La ignorancia es bruta, me dije. Y me sentí terrible. Ella me repetía: "es que esas culturas orientales..." Yo seguía mirando su rostro censurador, intolerante. Es tan solo yoga me repetí a mí misma, ¿y qué diablos pensará de mí mi madre si le cuento todo lo demás que hago, todo eso en lo que creo y ella no cree, todo lo que tolero y ella no soporta? ¿Cómo explicarle que la vida no es las cuatro paredes en las que vive, ni asentir ceremoniosamente ante un cura más perdido que una cabra en un monte? ¿Algún día mi madre podrá tolerar est

Cartas

Cuando vengás a mí, quien quiera que seás, solo te pido lo mínimo: no huyás. Hace rato que no hago maratones y para que sepás, por ahora cultivo la paciencia. PD: Esa viuda negra...