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Mostrando entradas de septiembre, 2010

De zambas, mulatas y coyotes

Ojos azules, Toni Morrison Me he preguntado eso desde muy chica, desde que Alejandra ─mi compañerita rubia del kínder─ me dijo un par de groserías porque yo era morena. Soy morena. Y menos mal que siempre he idolatrado a mi padre, ese que tenía cabello afro, porque tal discriminación no dio para más. En la universidad recibí Historia II en el aula magna VI, la cátedra la llevaba Sajid Herrera . El énfasis en todo ese ciclo fue la colonización. Recuerdo una clase en especial, en la que nos explicó lo de los ladinos y todo aquello que tenía que ver con la revuelta de la sangre. Años más tarde vuelvo a esas notas, y sigo preguntándome qué de mi rastro genético. Somos una mescolanza, somos una mescolanza... ¿bien mezclada? Hace más de un año estuve con una comunidad negra en San Martín de Porres y Comas, en Lima. Ahí conocí a Martín, su hermana la cantante, a Manuel y a toda su familia. Comí con ellos en varias ocasiones, conviví con la negritud. También me hice amiga de Marco E

Entre mujeres

Crecí rodeada de mujeres y no sé por qué aún me vuelven loca. A estas alturas de la vida ya tendría que estar acostumbrada a sus risitas cómplices, a la ponzoña. A los tacones. Al aire esmaltado. Me simpatizan las mujeres bien mujeres. Las feministas no me simpatizan porque no las entiendo por más que me esfuerce. Hay mujeres que te dan ganas de ser como ellas porque son superlistas, porque hablan de política, porque también explican qué es eso del producto interno bruto, o las que recomiendan buenos libros. Lástima que son muy pocas, lástima que las que tienen esa potencia se casan muy rápido. Crecí rodeada de mujeres y sigo sin entenderlas. En el Clarin.com hay un anuncio que muestra a una chica sentada en medio de un cuarto lleno de ropa: la leyenda dice "No tengo qué ponerme. Entre mujeres nos entendemos." No, de verdad. Entre mujeres muy poco nos entendemos. Yo trato, aunque no siempre tengo éxito. Crecí entre mujeres y no acabo de entenderlas. Continuar

Hombre lento

Me gusta JM Coeztee por limpio, por brutal. De él tengo Juventud, Desgracia, La edad de hierro, Hombre lento; y luego, o sea hoy mismo en la noche, empiezo con Foe. No hablaré de crítica literaria, a mí esas varas me van y me vienen. Se la dejo a los encopetados rimbombates que les gustan las palabras complicadas. Total. Me gusta Coetzee porque cada palabra es precisa, porque sus personajes son miserables, porque son infinitamente humanos. Hoy, en esta soledad tan terrible que es acabar un libro sin tener otro para empezarlo en el mismo instante en que se cierra otra solapa, mejor escribo de cuán bien me ha hecho este sudafricano. Las miserias humanas afloran en cada página, pero lo más maravilloso es que también los lectores nos damos cuenta de ello, y si nos da la gana podemos preguntarnos qué tan cerca estamos de ese abismo. Terminé de leer Hombre lento . (Miren el texto, está bueno.) Con Hombre lento tuve mis peleas. Es un tipo que se parece demasiado a demasiados hombre

Mi estado civil

(Lo publiqué primero en Laventanayelgato.blogspot, pero ese blog murió de inanición y desconsuelo. Y con ustedes, desde la ultratumba de mi backup recuperado:) Siempre preguntan ese tipo de tonterías. Todos, cualquiera, quien sea. Dice la Real Academia que «estado civil es la condición de soltería, matrimonio, viudez y etcétera de un individuo». Te preguntan en formularios del banco, currículos, las amigas de las mamás y los amigos de los papás. Pregunta la abuelita y amenaza con que ya nos va a dejar el tren. Hasta te preguntan en la red. Ante tanta paranoia de definir nuestras vidas en consecuencia de otro u otra resuelvo: soltera. Otra vez a la RAE, soltera : 1. «que no está casado». Y en segundísimo lugar define en desuso o poco usado: «suelto o libre». ¡Ah!, menos mal, ¿será que se puede elegir entre las dos? Elijo libre o suelto. Me gusta suelto porque raya en lo no atado... Libre: «Facultad de obrar o no obrar». Suelto: «atrevido poco sujeto». Entonces soy una Sujeta

Pedalear para revivir

Lo primero que escribí cuando llegué a la universidad se llamaba algo así como "Circuito en Joya de Cerén". El instructor de ese entonces* tuvo a bien plagar la página con tachones, comas y puntos necesarios, además de anotar observaciones incisivas. Yo le quedé debiendo a Don Paco seis centésimas para tener cero. Sí, era -0.6 de nota. Decidí escribir de eso porque realmente me apasionaba. No era más que el cuento de todos los años con mi viejo y toda la familia. Nos íbamos en bicicleta (cerca de 30 gentes) y hacíamos un recorrido en Joya de Cerén. Fin de la historia, o al menos eso creí cuando entregué triunfante ese mi primer fracaso. Cuando lo pienso bien, esos fueron los mejores años de mi vida. Muchas de las pláticas trascendentales y de rigor que tuve con mi viejo fueron a bordo de una bicicleta. Estuvimos subidos en los pedales por más de veinte años, cuando aprendí y hasta antes de eso porque siempre he viajado en dos ruedas. Recorrimos todo El Espino (del qu

Perfiles

Hay presentaciones tan desgarradoras que yo mejor me quito el sombrero. Miren esta: "Soy el tipo que crees que te está siguiendo, soy el tipo que te deja pequeñas notas afectivas en tu casillero en el trabajo, soy el tipo que toca la puerta de tu casa a las 3 a. m., soy el tipo que te ve dormir, soy el que estaba escudriñando tu basura la semana pasada, soy el que sabe dónde viven todos tus familiares y amigos, soy el tipo que conoce todas las rutas de escape de tu casa...y te amo." Brutal. Tomado de: Las cosas que me hace decir el insomnio .

Laborem excersens

Estoy harta de que la gente me diga que Gracias a Dios hay trabajo. Fastidiada de que crean que lo que hago donde trabajo es grande, que importa. Eso es mentira. Es cierto, tengo una mesa, una máquina PC y miles de cosas más que cien mil gentes no tienen. Que soy malagradecida, que porque jamás he pasado por donde asustan. Que ya quisieran verme en una maquila para que deje de decir tonterías. He sufrido poco, muy poco. Jamás me ha faltado el empleo. Dirán que no tengo solvencia moral para opinar sobre la bendición del Altísimo y que ojalá me parta un rayo por ser así. Cuando nací me pusieron una etiqueta: salvadoreña. Y a mí y a todos ustedes el Estado salvadoreño nos dijo que "Toda persona tiene derecho a la vida... a la seguridad, al trabajo, a la propiedad y posesión" y blablablá. Cuando me bautizaron donde me bautizaron la Iglesia me dijo que trabajo era "contribuir al continuo progreso de las ciencias y la técnica, y sobre todo a la incesante elevación cul