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Mostrando entradas de mayo, 2014

Un gato propio

Soy una treintona casi frustrada. Pero mis pesares no son de índole fútil, por ser amable, como si estudié lo que quise o si tengo el trabajo soñado o el marido ideal, como diría Wilde. Tampoco me siento aminorada por ser bajita, morocha y ciega. No, no, no. Dos de esas características fueron en más de una ocasión veneradas (y siguen siendo huella de buen recuerdo). Sí me frustra un poquitín que no terminé el tal inglés en mi adolescencia y ahora estoy retrasada en eso y blablablá. No, mis frustraciones son más profundas. Son casi infantiles. Jamás he tenido un gato. En serio. Venero a esas criaturas salvajes, pero nunca he nombrado uno. Y por lo pronto no sé si me llegará a pasar esa felicidad que supone que un gato se me arrime mientras leo sandeces. Sueño con el día en el que llegue a casa y esa cosa peluda haya rasguñado mis sillones, o que dé de maullidos mientras le digo que le compré camarones. Sueño con poder ponerle un nombre snob de algún escritor que me guste. A los ve

Cadenas

Las historias de emancipación son lindas, esperanzadoras... nos dan fuerza. Voy a recordarles el cuentecito del elefante y la cadena; y ya sabe usted que como no sabe lo fuerte que es se queda ahí y blablablá. Que es cierto, que es terrible. Que también hemos visto fotos de cómo los domestican. Y no es con amabilidad como con el Principito y su Zorro. No, es brutal. Así algunos sitos. Así algunas gentes. Quizá lo más relevante de la emancipación es que uno se de cuenta de la cadena y luego, voy a escribirle cartas a mis hijos, amantes y seres para que manden un pastel en el que adentro vaya una lima. Lo mejor de las cadenas es que son eslabones, sin una pieza no son nada. Lo mejor de la emancipación es que viene de maneras insospechadas. Lo mejor de las cadenas es que puedes hacer ejercicio brincando con ellas y te dan, como las pesas, más fuerza. Lo mejor es que cuando no las tienes y tienes la fuerza que te dejaron... sí, puedes saltar tan alto que puedes tocar la copa de los á

Homenaje a Don Paco (Francisco Andrés Escobar)

Una tarde, la Kiki y yo nos pusimos a fantasear sobre todo y nada, sobre libros... y se nos ocurrió hacer este video en homenaje a Don Paco porque ya se acercaba su cuarto aniversario. Él fue el motor de una gran generación de periodistas, investigadores, docentes... estudiantes al fin y al cabo. Con él, muchos descubrimos nuestra vocación. Cada sábado nos llenaba con sus Croniquillas y los que vimos Billie Elliot con él quizá jamás olvidemos ese momento luminoso en el que él dijo qué era asumirse, que este oficio (escribir) era hermosamente jodido (lo de jodido lo agregué yo). Para el video, contactamos a amigos vía correo electrónico, Facebook, Wassap y llamadas telefónicas. Les comentamos nuestro plan y repartimos a Don Paco por Perú, Italia, España, Costa Rica y El Salvador. Todos hicieron lo suyo (hubo camarógrafas de cuatro años, incluso), apartaron un ratito de su vida para darle vida de nuevo al maestro... y en casa armamos "el muñeco". Gracias, gente, por estar,