Siempre odié Estudios Sociales. Eso de fechas, datos y
nombres me parecía un suplicio. Cómo presenta la historia el actual programa
educativo del MINED es una desgracia. Llenar cuadros con fechas y “relación” de
hechos es lo más equivocado que pueden hacer (me he tragado todos los libros de
texto con mi hermanito, y no le digan a nadie, pero llené unos cuadros con
preguntas de lo más ridículas). ¿Quieren que tengamos memoria? Cuenten cuentos,
chambres… comidilla.
He aprendido más de cultura china con la novela Pabellón de mujeres de Pearl S. Buck y Empresses in the palace que con
datos wikipidiescos. Hay historia con personajes, conflictos y a todos nos
gusta ver historias aunque sean de lo más aguadas e inverosímiles (revise
taquilla de Rápido y Furioso 7). Lo
mismo me pasó con Khaled Hosseini y Mil
soles espléndidos. Narra la historia contemporánea de Afganistán desde la
vida de tres mujeres. Fue así que entendí por fin qué era eso de las
ocupaciones, cuando llegan los rusos y se van… Narrativa al fin y al cabo.

Mi ejemplo de hoy es la novela Noviembre de Jorge Galán, sobre la masacre de los jesuitas (una de tantísimas).
Este libro que reconstruye un hecho real y nos lo narra. Se presentó oficialmente el pasado 11 de noviembre en la UCA, el día de la ofensiva, y vamos a lo mismo, ese dato solo no me dice mucho, pero Gerardo nos dice su versión.
Otro ejemplo de una mirada
distinta es Marcela Zamora, con su documental sobre la masacre del Mozote: Las Aradas: masacre en seis actos, y su
ahora laureado El cuarto de los huesos.
Cómo contar lo que pasó debería
atravesar distintos formatos. No me diga que La tumba de las Luciérnagas
no es una obra de arte y dice mucho, una historia basada en hechos reales.
Veamos: A) el fracaso de por qué no recordamos es que nos
centramos en datos y no en el drama. B) Necesitamos hacer nuestra narrativa,
más historias de nosotros mismos. C) Hay que asumirse salvadoreño en su
complejidad (recuerde: Semos malos)
D) La historia y la interpretación de la vida tienen muchas miradas e intérpretes
(oh, cómo te idolatro, Peirce).
E) Recordamos por
medio de narrativas (ahí don Mendoza le amplía en su artículo Las formas del recuerdo.)
Pero volvamos al punto. A Jorge
Galán lo amenazaron de muerte a inicios de mes por contar una historia
incómoda. Muchos dijeron que era mentira y que era estrategia de publicidad
para vender un libro. Ahora, si el hecho de que este autor huya de su país por
escribir un libro “controversial” le inspira a creer que sea artimaña
comercial… pues yo lo insto: ¡Escriba pero ya! Da para un relatito cochambroso
de ficción. (Insisto, como si ser
editado por Visor, Alfaguara y ahora Planeta necesitara de artificios.)
Los datos caen por su peso. En
este país te matan porque no querés colaborar con la renta y en los ochenta te
mataban porque llevabas pantalones y “parecías” comunista. Te mataban porque
pedías la tierra que la Reforma Agraria sí te otorgó, pero que no les daba la
gana dártela… y así ejemplos de horror que usted mismo puede leer
en De la locura a la esperanza.
Ahora, ¿por qué hemos de dudar sobre la amenaza si los que mandaron a matar a
tantísima gente siguen por ahí y el Estado se ha negado a extraditar? ¿Por qué
debería pronunciarse alguien cuando ha sido amenazado? Si quiere datos de por
qué no lo hace, lea esta fabulosa nota: La
muerte y la palabra, de Luis García Montero.
Me parece que lo de Jorge Galán
con Noviembre es un auténtico ejercicio
de memoria. El otro día vi una obra de teatro en la que los personajes se
pasaban diciendo uno al otro: “Es que acordémonos”, “Oh, qué mal que la
historia y la memoria no se quieren”. Panfletos… Decir “Recordemos, recordemos”
no es hacer memoria.
Jorge Galán, Marcela Zamora,
Arturo Menéndez con su Malacrianza,
Butacas Trémulas de Moby Dick
Teatro y otros tantísimos como varios documentales que he visto en TVX
(complete la lista, que no es una tesis doctoral) están retomando lo que somos
para reconstruirnos. Algunos, más cercanos a su interpretación de los hechos
reales (acuérdese de Peirce); y otros, con ficción, pero cada uno aporta para
la memoria. Vítores para los valientes.
Lo de Jorge Galán y todos ellos es
un acto grande para nosotros en este país que se mata desde hace días, no es de
ahorita. Ellos quieren contar la historia desde el cuento, la narrativa visual,
el guion… porque el dato solo y vacío no conmueve, no identifica (le aseguro
que a usted tampoco le gustaba mucho estudios sociales).
Hoy, 16 de noviembre del 2015,
tras 26 años del asesinato de los padres jesuitas y de Elba y Celina, hay
alguien que ha huido porque otros lo quieren muerto. Ese alguien tomó su pluma
y nos contó esa historia.
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