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Las viejas revistas

Una ola de gente había ya a las 5:30 de la mañana ese lunes en el que todos los estudiantes iniciaban clase. Preví ese movimiento masivo y también me levanté temprano porque no, yo jamás llego tarde a ningún lado; eso, incluso si tengo que llegar horas antes. Eso me pasó ayer y mientras esperaba mi hora de clase, me fui al a biblioteca.

Le dije a bibliotecóloga que me iba a echar un sueñito en los sillones, pero no lo logré; en cambio, tomé una revista Time en inglés con Adele en la portada. Así, me fui a la página 118 y celebré el ya pasado regreso de esta fabulosa cantante en esa vieja edición del 2016. El artículo de tres páginas y varias fotos a doble página fue entretenido y divertido. Quizá lo más maravilloso de aquello, además de Adele, fue el enorme placer que me causaba estar echada, leyendo y pasando el tiempo. Eso es un lujo. Y fue así precisamente que me convertí en lectora.

Fuente: https://www.vogue.es/moda/news/articulos/
la-nueva-imagen-de-adele-en-la-portada-de-la-revista-time/24361

Mi casa de la infancia no estaba llena de libros clásicos ni de filmes de rigor y mucho menos estantes con colección de música de vinyl. No. Estoy a una generación de cortadores de café y maestros de escuela rural y leer no era la costumbre. Además, estamos hablando de un El Salvador de la postguerra y era un milagro que mi padre y madre estuvieran juntos formando una familia. 

Así, de padre contador y madre cosmetóloga, el mundo lector lo descubrí de varias maneras. Uno, la decisión más trascendental de mi vida la tomó mi madre cuando ella apenas tenía unos 17 años (todavía soltera) y aspiraba a que sus hijos fueran a esos grandes colegios tecleños con grandes bibliotecas. (Así lo hizo y aquí estoy.) Dos, mi padre me proveyó de fotocopias de libros y me regaló mi primer texto adolescente (Las historias prohibidas del pulgarcito, de Roque Dalton). Tres, mi madre se independizó y puso su propio salón de belleza donde yo pasaba largos sábados. 

¿Qué hay en toda sala de belleza para sobrellevar la espera? ¡Exacto! Pilas y pilas de revistas. Vanidades, Cosmopolitan, TVGuía, Hola!  Lo de ayer fue un recuerdo precioso de cuando a mis ocho y nueve años las releía. Ahí supe que un tíquet para un concierto de Barbara Straisaind costaba un millón de dólares, conocí a Corín Tellado, la realeza británica (cómo no), supe de la vida de Audrey Hepbrum y muchas nimiedades vanidosas.

Fuente: https://articulo.mercadolibre.com.mx/MLM-1999825179-
lote-de-10-revistas-antiguas-vanidades-claudia-mujer-moda-_JM

Por eso, cuando me preguntan qué leo, yo contesto "de todo". He hallado gusto en la lectura de casi cualquier texto. Sin embargo, mi gran placer en la vida siempre serán las revistas con sus artículos cortos, fotos maravillosas y buenas poses. Mucha, muchísima, estética. Sí, ¡no hay como una buena revista! Con el tiempo, incorporé otras como Historia y Vida, National Geographic, Etiqueta Negra. Pero las Vanidades son otra cosa... 

Inmersa en mi revista con Adele, pienso en que siempre se nos mirará de soslayo a las mujeres que apartamos una tarde al mes para arreglarnos el cabello en una sala de belleza. Se nos recriminará ese mundo femenino tan nuestro anidado en esas publicaciones para "gente tonta" (y no, también había artículos de educación sexual, medicina y conocimiento general como historia). Ay, ¡leer revistas!, ese nicho de chismes o otras cosas mundanas, pero vamos... Leer es leer y eso históricamente siempre ha sido un lujo.


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