Ir al contenido principal

Los bigotes

Enano, nuestro papá olía a pino silvestre y agua de mar. Olía a papeles y tinta de lapicero, olía también a ese olorcito que deja el aire acondicionado en las camisas rayadas de los oficinistas y olía también a carcajada abierta.

Tengo que decirte, enano, que era un gran padre. Que lo es, desde donde está, desde ese sitio en el que imagino que tu mente viaja cuando quiere recordar sus abrazos. Te quiso y mucho. Nos amó. Pero amó como aman los hombres de verdad, esos que no dejan pasar berrinches y que sueltan el abrazo largo y cálido cuando asoma la desilusión o el abatimiento.

La vida es así y no siempre podemos elegir el modo en el que se conducirá. En cambio, voy a darte eso que me dio a mí, porque es tuyo también. Es tuyo desde la médula que con cada fracaso haya detrás de tus orejas un bigote que te susurra que está bien equivocarse porque ya sabés qué no hacer, que entonces busqués otro camino.

Son tuyas, mi enano precioso, estas palabras, estas palabras que con nuestro hermano mayor nos han forjado: usted conmigo enójese, pero lo yo amo... y no me haga berrinches... regáleme una sonrisita...

Ay, enano, ese Regáleme una sonrisita era para desarmarte. Porque uno sabía que la estaba regando, porque sabías que eso de enfurruñarse no te iba a lleva a nada, porque era mejor que él, el que había ido y había regresado tres veces, era mejor que te ayudara.

Tu papá, Mateo, fue amado por mucha, mucha gente. Tu papá era alegre y platicador, era sensato y respetuoso. Jamás y nunca desvalorizó algo que a mí me importaba o que a tu hermano quisiese. Y sí, no siempre estaba de acuerdo, pero se quedaba calladito y esperaba a ver cómo su crianza daba fruto.

Tu papá me enseñó matemáticas y se las enseñó a tu hermano, así como él te las enseña hoy. Tu papá nos levantaba a las 4 o 5 de la madrugada porque teníamos que estudiar, se sentaba con nosotros a hacer la tarea, así como lo hace la mamá. Iba con nosotros a la ferretería y nos hacía maquetas, nos ayudaba con los carteles y dibujaba letras preciosas... como a veces hago yo con vos.

Enano, a nosotros nuestro papá se nos escapa de las manos y las palabras, porque lo que decimos y hacemos también es él. Porque en el rostro de esa mujer hermosa que está con vos en casa, el de la mamá, también es mi viejo, tu viejo, porque ella es un canal hacia él. Ella también hizo a ese hombre fuerte y noble que extrañamos. Ella, la mamá, lo condujo siempre hacia nosotros...

A todos nos hace falta y me parece tremendo que no recordés todo el amor que te dio. Eras un bebé. Ahora sos un niño grande... sos mi adolescente mutante. Tu papá te amó a plenitud, como solo aman los hombres de verdad, con la ilusión de empezar de nuevo luego de terminar dos veces. Con la mirada hacia el horizonte... de querer hacerlo bien (de nuevo), de trabajar por que todo esté bien para vos.

Cuando te mirés en el espejo fijate bien. Mirá con calma, vas a ver que tu viejo asoma en esos grandes y preciosos ojos que tenés que son como los de él. Vas a ver que de tu boca salen palabras amables, como las de tu viejo... Vas a a ver un bigote y recordá... recordá cómo te hacía cosquillas al cuello, en la barriga. Rercordá ese bigote cantándote... arrullándote. Recordá ese bigote ya entrado en canas diciendo tu nombre... engalanándose con su tercer hijo... Recordá, enano, recordá... Esa cosquilla en tu pancita... ese bigote precioso... es tu viejo amándote.



Comentarios

Entradas populares de este blog

Satisfaction

Voy en el cacharro que da la vuelta en la Jerusalén y que llega al centro de gobierno, y en el centro comercial snob ese, por el que mandaron al carajo mi parque para bicicleta, se suben dos chicos con guitarra en mano. Chicos tiernos, jugosos... no sé si crujientes. Habrá que ver. El líder tendrá 17, usa camisa a cuadros, celeste, arremangada, metida en el pantalón raído. Su guitarra ha batallado, ha gritado, ha murmurado. Es azul y color madera. El compañero parece más callado, se limita a hacer el punteo correcto de la canción. Dan gracias al cielo por un hermoso día, por la belleza de esta mañana. Parece que cantarán alabanzas, me digo, que no estaría mal. Con su saludo, anuncian su primera interpretación. 1) Satisfaction , de los Rolling Stones I can't get no satisfaction I can't get no satisfaction 'cause i try and i try and i try and i try I can't get no, i can't get no Y con su I try... I try sacan sonrisas, bajan la tensión, por un instante olvida uno que h...

Carta a Ana Vilma de Escobar

Señora Ana Vilma, permítame dejar de llamarle señora para que, como vos querés, te trate como se le trata al populacho: de vos. No te sintás ofendida por el voceo. Nosotros acá en la calle así somos. Anduve mirusquiando algunas fotos en las que aparecés, y quizá me permitiré explicarte un par de cositas. Como sos nueva en estos lares, pues no estaría mal que te consigás un asesor que venga de “abajo” para que te explique cómo va la cosa por acá. Como a nadie de tu campaña se le prendió el foco, o quizá sí consultaron Maquiavelo, pero no de la manera más precisa, entonces permitime comentar. Si Maquiavelo dice en El Príncipe que “te acerqués al pueblo”, que tus ministros, o vos, hablen su idioma, también tenés que tener en cuenta que acá abajo otro mundo es. Te muestro algunas acciones que quizá, quiero creer, hiciste con buena intención... pero que no fueron de agrado. Los choripanes Empezaste tu campaña para diputada con los choripanes de El chino. Un alimento bien apreciado por ...

La cosecha

Tendría yo entre 10 y 12 años cuando fuimos con mi familia a cosechar café. La finca se llamaba Las Delicias (me parece) y quedaba en las faldas del volcán de San Salvador. Ahora todo eso es pura urbanización. Era enero y hacía mucho frío. Recuerdo que íbamos todos en la familia con mucho entusiasmo que poco a poco se iba apagando cuando la respuesta de los adultos era la misma: "Todavía falta bastante". Nuestros pies estaban llenos de polvo y cansancio, pero sabíamos que era una aventura que queríamos emprender. Vengo de una familia del campo, aunque yo crecí en una de esas ciudades con el ego hinchado porque una vez en la vida fueron la capital, pero ya no. Aun así, durante mi niñez los encuentros con las noches estrelladas, los aullidos de coyotes y los gatos en la cocina fueron frecuentes. Esa vez que fuimos al cafetal, íbamos todos: abuela, tíos y tías, primos (muuuchas primas), hermano, madre y padre. Ahí aprendí qué era una tarea, un surco, qué tipo de bayas de café ha...