Ir al contenido principal

2 + 4.5 (Suma de ausencias)

Con la novedad de que la 42 C que tomo desde el estadio Cuscatlán venía semivacía, digo, que por fin vine sentada, pensaba en que hoy es el segundo aniversario de Don Paco. Pensaba en que si me quedaba y avisaba al trabajo que tenía ese evento (ya luego resolvería la marcación). Mis pensamientos se metían entre cómo iban a celebrar hoy y blablablá. Fuera de cualquier pose lastimera (porque hay personas que les gusta sentirse salsa con eso), quizá la mayoría de los que estuvimos en la clase de Don Paco lo extrañamos.

Ahora bien, se le revuelve a uno el alma y sí, es bueno decir "Era magnífica persona...", "Grande el maestro..." y etcétera. Pero pensándolo bien, por qué extrañamos. ¿Por qué cada traslación volvemos a la misma fecha y celebramos novenarios?  Me puse a pensar en eso, en Don Paco (ya dos años sin él), en mi viejo (cuatro y medio sin su mano acariciándome la cabeza o echándome las cobijas a la hora de dormir), pensaba en la gente que he amado y que ya no está.

Hoy, con el recuerdo de Don Paco, sumo ausencias. Don Paco y mi padre, tan lejos.

Dicen las canciones románticas baratas que el tiempo lo cura todo. Pero no es cierto. Yo cada día que pasa extraño a mi padre. Lo extraño (y es lo que me puse a pensar) porque me enseñó cosas. Porque me dio una vida, porque dibujó señales en mi pasado, mi presente y yo las reproduzco para aparezcan en todo mi futuro. A mí mi viejo me dijo que eso de faltar al trabajo era pura holgazanería, y yo por eso hoy no pedí permiso para ir a lo de Don Paco. En mi cabeza resonaba: "Mama, hay que ser responsable. Es el trabajo. Además, tenés un chachimbo de cosas qué hacer, te vas a atrasar".

Mi pepe Grillo tenía la cabeza morocha y un mostacho hermosote. Y lo extraño, porque hay días en que no sé qué diablos hacer, porque hay decisiones que ahora debo tomar sola, porque su infinita paciencia me dejó un gran vacío.

A Don Paco lo extrañamos muchos y es la maravilla de haber conocido a alguien como él. Tan dado a la comunidad. Cada uno tiene su agujerito. Por lo pronto, yo comento el mío.

A Don Paco lo extraño porque con él descubrí que escribir era lo mío, que estar entre las letras es mi vida. Lo extraño porque no sé en quién confiar para saber cuánto he avanzado en mis cuentos o en mis relatos, porque a veces necesito ese halo paternal que me diga que debo leer equis libro. Lo echo de menos porque me decía cuándo debía mejorar, me decía en qué estaba fallando.

Su ausencia es brutal porque en los días que mi padre no estuvo, él fue un balsamito que curó mi humanidad maltratada (la historia de cuando quería renunciar de ese horrendo trabajo y él me dijo: "Su trabajo es muy humilde, tenga paciencia. Eche ahora todo en un saco, ya verá cómo en unos años dará su fruto"). Lo extraño porque quiero volver a escuchar con su voz pastosa, bajo un paraguas negro, que (por fin) mis textos tienen ritmo.

 Hoy es un buen día para pensar y sentir las ausencias. Para sumarlas con el imperativo de que la vida hay que gozarla.
Porque la vida conmigo ha sido querendona: a cambio de esos dos amores idos he sumado dos. Mi suegro, con quien viajamos a los cañales, y su hijo, quien me lee cuentos antes de dormir.

Suma de ausencias. Suma de presencias. La vida también la vivimos cuando recordamos.


Fotografía: Tomada de https://www.facebook.com/MACO.UCA.

Comentarios

azrael ha dicho que…
La frase de cierre me recuerda a "Nuestra Señora de Las Nubes".

Entradas populares de este blog

Satisfaction

Voy en el cacharro que da la vuelta en la Jerusalén y que llega al centro de gobierno, y en el centro comercial snob ese, por el que mandaron al carajo mi parque para bicicleta, se suben dos chicos con guitarra en mano. Chicos tiernos, jugosos... no sé si crujientes. Habrá que ver. El líder tendrá 17, usa camisa a cuadros, celeste, arremangada, metida en el pantalón raído. Su guitarra ha batallado, ha gritado, ha murmurado. Es azul y color madera. El compañero parece más callado, se limita a hacer el punteo correcto de la canción. Dan gracias al cielo por un hermoso día, por la belleza de esta mañana. Parece que cantarán alabanzas, me digo, que no estaría mal. Con su saludo, anuncian su primera interpretación. 1) Satisfaction , de los Rolling Stones I can't get no satisfaction I can't get no satisfaction 'cause i try and i try and i try and i try I can't get no, i can't get no Y con su I try... I try sacan sonrisas, bajan la tensión, por un instante olvida uno que h...

Carta a Ana Vilma de Escobar

Señora Ana Vilma, permítame dejar de llamarle señora para que, como vos querés, te trate como se le trata al populacho: de vos. No te sintás ofendida por el voceo. Nosotros acá en la calle así somos. Anduve mirusquiando algunas fotos en las que aparecés, y quizá me permitiré explicarte un par de cositas. Como sos nueva en estos lares, pues no estaría mal que te consigás un asesor que venga de “abajo” para que te explique cómo va la cosa por acá. Como a nadie de tu campaña se le prendió el foco, o quizá sí consultaron Maquiavelo, pero no de la manera más precisa, entonces permitime comentar. Si Maquiavelo dice en El Príncipe que “te acerqués al pueblo”, que tus ministros, o vos, hablen su idioma, también tenés que tener en cuenta que acá abajo otro mundo es. Te muestro algunas acciones que quizá, quiero creer, hiciste con buena intención... pero que no fueron de agrado. Los choripanes Empezaste tu campaña para diputada con los choripanes de El chino. Un alimento bien apreciado por ...

La cosecha

Tendría yo entre 10 y 12 años cuando fuimos con mi familia a cosechar café. La finca se llamaba Las Delicias (me parece) y quedaba en las faldas del volcán de San Salvador. Ahora todo eso es pura urbanización. Era enero y hacía mucho frío. Recuerdo que íbamos todos en la familia con mucho entusiasmo que poco a poco se iba apagando cuando la respuesta de los adultos era la misma: "Todavía falta bastante". Nuestros pies estaban llenos de polvo y cansancio, pero sabíamos que era una aventura que queríamos emprender. Vengo de una familia del campo, aunque yo crecí en una de esas ciudades con el ego hinchado porque una vez en la vida fueron la capital, pero ya no. Aun así, durante mi niñez los encuentros con las noches estrelladas, los aullidos de coyotes y los gatos en la cocina fueron frecuentes. Esa vez que fuimos al cafetal, íbamos todos: abuela, tíos y tías, primos (muuuchas primas), hermano, madre y padre. Ahí aprendí qué era una tarea, un surco, qué tipo de bayas de café ha...