Una de las primeras lecciones que aprendí en Redacción vinieron del libro de Natalie Goldberg, La escritura, una terapia creativa. En el primer capítulo explica que si quieres ser creativa, debes mantener la mano en movimiento, esto es, escribir sin parar ni pensar. He hecho este ejercicio en innumerables ocasiones con todo tipo de estudiantes universitarios. Contaré solo algunos ejemplos.
Una de las primeras veces fue con una chica de inteligencia aguda y rizos preciosos que estudiaba Diseño Gráfico. Éramos poquísimos en la clase y al final del ejercicio ella se quedó platicando conmigo. Había llorado un poco en esos quince minutos que escribieron sin parar. Sí, escribimos sin parar todo ese tiempo y ahí se había dado cuenta de qué era lo que realmente sentía y pensaba de una situación familiar. Este ejercicio no es precisamente para hacer catarsis, pero puedes hacerla. Ella encontró una palabra, sí, una palabra para definir sus sentimientos. Me fui ese día con un estupor enorme, cuán importantes son las palabras.
Caso número dos. Este es más difuso porque fueron varios estudiantes de Ingeniería Industrial. Creo que lo que más recuerdo es que luego del ejercicio había un ambiente de liviandad. Los pobres habían pasado una semana compleja con un proyecto y otras materias menos románticas como Cálculo. Decían que mi materia era algo así como un recreo. Así que después de ese ejercicio, estaban más livianos. (Años después me encontré a uno en el bus y me dijo que le había ayudado mucho cuando vimos lo de los informes. Yo me fui feliz, pero sin recordar su nombre).
El último caso es el mío propio. He usado esta técnica en diversas ocasiones, sobre todo cuando me siento agobiada. Escribo así, sin pensar mucho, como justamente hago ahora. En esa ocasión, que ocurrió hace un par de meses, conté en uno de mis cuadernos una historia muy compleja y "feliz" sobre la vida de mi madre. Acababa de ver una película con La Binoche. La historia salió así, sin mucho esfuerzo. Tengo que decir que esa historia me ha acompañado por muchos años y siempre he querido hacer algo con ella.
Ya he empezado a transformar esa idea en un cortometraje, debo agradecer que fui impulsada por André Guttfreund, un gran amigo cineasta, porque la idea le pareció interesante. Por eso, esta técnica es poderosa, porque puede ser el inicio de algo más grande, porque puede ayudarnos a verbalizar sentimientos y ponerles nombre. Nombrar es muy poderoso.
Así que van dos consejos (todos tomados de Natalie y comprobados en mis clases):
1) Si quieres volverte creativo, no dejes que la mano creadora sea alcanzada por la mano editora (esa que nos pone reparos y prejuicios).
2) Lo que produzcas en estos ejercicios, si luego lo revisas y le pones más trabajo, podría convertirse en algo mucho más interesante... O no. A veces solo funciona para descargar y eso, queridas mías, es suficiente.
Comentarios