Marco Esqueche tiene la sonrisa fácil y el acento amiguero. Lleva varios años en su matata, en su cajón, en su djembé. Es imposible no enamorarse de sus achocolatadas mejillas. Es imposible no admirarlo cuando baila y toca el cajón.
Marco es estricto, disciplinado también. Apasionado.
Con sus palabras abiertas procura que la vena negra nos entre por los pies abrazados a la tierra, con los meñiques desnudos y asustados. Aquí reside la vida, dice. Aquí... Y el meneadito va marcado por ritmos ancestrales y viajeros. Es su taller de ritmo afro. Hoy todos venimos de África. Somos del África.
Teñido de historia, Marco nos envuelve en carnicerías, abusos, llanto, tristeza, melancolía. Su tuntuctún cajonero es el río de sangre de sus ancestros. Su rataplán es la rebelión. Mis manos levantadas al cielo, imitándolo, son la libertad floreciente.
Marco Esqueche lucha contra el racismo.
Todos somos la tierra, todos somos bestiales.
Con su sonrisa blanca me advierte en medio de la danza: "¡Negra, no te quedés, aquí hay sabor!"
Afortunadamente hoy también soy negra.
(21 de marzo, Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia)
Video tomado por su servidora. Lima, mayo de 2009, Centro Cultural de España
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