(Lo publiqué primero en Laventanayelgato.blogspot, pero ese blog murió de inanición y desconsuelo. Y con ustedes, desde la ultratumba de mi backup recuperado:)
Siempre preguntan ese tipo de tonterías. Todos, cualquiera, quien sea.
Dice la Real Academia que «estado civil es la condición de soltería, matrimonio, viudez y etcétera de un individuo».
Te preguntan en formularios del banco, currículos, las amigas de las mamás y los amigos de los papás. Pregunta la abuelita y amenaza con que ya nos va a dejar el tren. Hasta te preguntan en la red.
Ante tanta paranoia de definir nuestras vidas en consecuencia de otro u otra resuelvo: soltera.
Otra vez a la RAE, soltera: 1. «que no está casado». Y en segundísimo lugar define en desuso o poco usado: «suelto o libre». ¡Ah!, menos mal, ¿será que se puede elegir entre las dos?
Elijo libre o suelto.
Me gusta suelto porque raya en lo no atado... Libre: «Facultad de obrar o no obrar». Suelto: «atrevido poco sujeto».
Entonces soy una Sujeta atrevida con la facultad de obrar o no.
Más allá, en el séptimo lugar: «Separado y que no hace juego ni forma con otras cosas la unión debida».
Ahora soy una Sujeta atrevida con la facultad de obrar o no pero que de todos modos no forma parte de nada y además no tengo ninguna unión debida.
Me gusta eso de la unión debida. ¡Vaya disparate! Entonces no me complico: elijo no casada. Ahora que me defino como no casada, ¿cómo hallo mi unión debida?
¡Ahora sí, candela!
Vuelvo a lo del estado civil, no me deja del todo satisfecha: condición de soltería, matrimonio, viudez y etcétera de un individuo.
¿Será que en ese “etcétera” cabe la posibilidad de abandonada, alejada, herida, rechazada, buscada, en plan de conquista, amenazada, hostigada, harta, en concubinado eventual o por fines de semana, solo viendo por ahora, ocupadísima y sin ganas de hallar mi “unión debida”, loca o quizá regrese más tarde?
Me gustaría que fuera así, dan ganas de no explicarle al mundo por qué una no está casada, o por qué sí, o si soy muy joven, o si quiero viajar antes de tener mi parentela... ¡Uf! Ganas de que a una no le pregunten nada porque ni una misma se lo ha preguntado.
Claro, todos tenemos necesidades fisiológicas, afectivas, pseudoafectivas, de poder y soberanía, despotismos qué saciar y demás desórdenes psicológicos, pero calma, no siempre tiene que ver con amarrar a alguien. No, no, no.
La cosa no acaba ahí. Una tiene sus sueños de infancia, y los míos siempre fueron más o menos egoístas. “Quiero vivir yo sola con un gato”, decía yo a mis siete años. Fin del cuento. Luego uno crece y el siniestro reloj biológico le indica a una que es la hora. Que esa minúscula palabra en mi documento de identidad debe cambiar y debo firmar, y pagar más de trece dólares para que me pongan “De Zutano”.
¡Qué pereza! El reloj te ordena que busqués al mejor macho cabrío y para hacer que perdure la especie.
No suena del todo mal la antesala, pero ¿ahorita? ¿No podés esperarte que vaya a Surámerica y vea gente desnuda en Río? Esperate que no he escrito ni el borrador de una novela... Y yo cambiando pañales no voy a estar mientras corrijo un texto.
Me preguntaron por ahí, ¿soñás con una familia?
Y le digo al chico listo: Sí, pues, pero no me urge. Lista de pendientes.
Y ahora más que nunca elijo: libre albedrío. Libre, suelto. Quizá al rato me pregunte alguien más por qué sigo no casada. Pero ahorita no, que se espere... publico esto en el blog, preparo clases, termino unos textos y todavía tengo que leer Foe (cien mil más), no ando en zancos... y los malabares. Otro rato, ¿sí?
¿Mi estado civil? Este... no sé. Paso. ¿Siguiente pregunta?
PD: Preguntame qué música pongo por las mañanas o qué hago para calmar la ansiedad porque no fumo, o si esa coma va ahí... ¡Vamos!, sé creativo, flaco.
Siempre preguntan ese tipo de tonterías. Todos, cualquiera, quien sea.
Dice la Real Academia que «estado civil es la condición de soltería, matrimonio, viudez y etcétera de un individuo».
Te preguntan en formularios del banco, currículos, las amigas de las mamás y los amigos de los papás. Pregunta la abuelita y amenaza con que ya nos va a dejar el tren. Hasta te preguntan en la red.
Ante tanta paranoia de definir nuestras vidas en consecuencia de otro u otra resuelvo: soltera.
Otra vez a la RAE, soltera: 1. «que no está casado». Y en segundísimo lugar define en desuso o poco usado: «suelto o libre». ¡Ah!, menos mal, ¿será que se puede elegir entre las dos?
Elijo libre o suelto.
Me gusta suelto porque raya en lo no atado... Libre: «Facultad de obrar o no obrar». Suelto: «atrevido poco sujeto».
Entonces soy una Sujeta atrevida con la facultad de obrar o no.
Más allá, en el séptimo lugar: «Separado y que no hace juego ni forma con otras cosas la unión debida».
Ahora soy una Sujeta atrevida con la facultad de obrar o no pero que de todos modos no forma parte de nada y además no tengo ninguna unión debida.
Me gusta eso de la unión debida. ¡Vaya disparate! Entonces no me complico: elijo no casada. Ahora que me defino como no casada, ¿cómo hallo mi unión debida?
¡Ahora sí, candela!
Vuelvo a lo del estado civil, no me deja del todo satisfecha: condición de soltería, matrimonio, viudez y etcétera de un individuo.
¿Será que en ese “etcétera” cabe la posibilidad de abandonada, alejada, herida, rechazada, buscada, en plan de conquista, amenazada, hostigada, harta, en concubinado eventual o por fines de semana, solo viendo por ahora, ocupadísima y sin ganas de hallar mi “unión debida”, loca o quizá regrese más tarde?
Me gustaría que fuera así, dan ganas de no explicarle al mundo por qué una no está casada, o por qué sí, o si soy muy joven, o si quiero viajar antes de tener mi parentela... ¡Uf! Ganas de que a una no le pregunten nada porque ni una misma se lo ha preguntado.
Claro, todos tenemos necesidades fisiológicas, afectivas, pseudoafectivas, de poder y soberanía, despotismos qué saciar y demás desórdenes psicológicos, pero calma, no siempre tiene que ver con amarrar a alguien. No, no, no.
La cosa no acaba ahí. Una tiene sus sueños de infancia, y los míos siempre fueron más o menos egoístas. “Quiero vivir yo sola con un gato”, decía yo a mis siete años. Fin del cuento. Luego uno crece y el siniestro reloj biológico le indica a una que es la hora. Que esa minúscula palabra en mi documento de identidad debe cambiar y debo firmar, y pagar más de trece dólares para que me pongan “De Zutano”.
¡Qué pereza! El reloj te ordena que busqués al mejor macho cabrío y para hacer que perdure la especie.
No suena del todo mal la antesala, pero ¿ahorita? ¿No podés esperarte que vaya a Surámerica y vea gente desnuda en Río? Esperate que no he escrito ni el borrador de una novela... Y yo cambiando pañales no voy a estar mientras corrijo un texto.
Me preguntaron por ahí, ¿soñás con una familia?
Y le digo al chico listo: Sí, pues, pero no me urge. Lista de pendientes.
Y ahora más que nunca elijo: libre albedrío. Libre, suelto. Quizá al rato me pregunte alguien más por qué sigo no casada. Pero ahorita no, que se espere... publico esto en el blog, preparo clases, termino unos textos y todavía tengo que leer Foe (cien mil más), no ando en zancos... y los malabares. Otro rato, ¿sí?
¿Mi estado civil? Este... no sé. Paso. ¿Siguiente pregunta?
PD: Preguntame qué música pongo por las mañanas o qué hago para calmar la ansiedad porque no fumo, o si esa coma va ahí... ¡Vamos!, sé creativo, flaco.
Comentarios
...me quitaste el sentimiento de la boca...
Te sale mejor q te pregunten del clima jajajaja da coléra cuando has logrado tanto que un estado civil sea lo único que sus mentecitas logran valorar:)
En cuanto a eso me he dado cuenta q en ciertos casos no puedo pedir mucho ajjaja :P
Libre albedrio FTW.