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Medio ciento de salmones

Cuando al Enano y a mí nos dejan solitos en casa hacemos lo que amerita: nada.
No lavamos los platos, no hacemos limpieza, sí miramos tele y sí jugamos como desquiciados.
Eso pasa como los cometas, cada cien mil años.

Nos gusta quedarnos en la cama, frente a la tele y mirar películas como Toy Story 2, nos gusta comer lo que sea que haya en la refrigeradora y más que nada, celebrar nuestro hermoso ritual.

Ayer, después que el Enano fue al cine con su hermano mayor, los encontré por ahí en un centro comercial. Luego pasamos a comprar unos discos y trajimos medio ciento de salmones calamarescos y en especial el disco en el que sale Loco. Ya antes el Enano la había escuchado, pero hoy que estuvimos solitos y sin el cuidado materno, le subimos volumen a tope e hicimos lo nuestro: brincamos, saltamos y bailamos tontamente.

Eso solo lo podemos hacer cuando las autoridades no están, porque huy, no vayás a ponerle al niño de esas canciones que te hacen pensar. Así que el Enano y yo pusimos el himno que por hoy nos refleja: Loco, de Andrés Calamaro.

El Enano tiene una memoria prodigiosa y ya se la puede bastante, aunque el inicio de la rola no es para andarlo fomentando entre menores, aun así la cantamos.
En vez de salir a fumar un porrito decimos que salimos a bailar un ratito y asunto arreglado. El mundo no se cae.
Siempre que podemos bailamos en toda la sala, nos quitamos los zapatos y hasta sacamos vestuario que nos ayude a ponernos a tono con la canción, aveces es Queen, a veces es The Beatles, o Toto la Mamposina... depende del humor que estemos.

Hoy nos echamos los tres discos que conseguimos de Calamaro: eso suma cincuenta y seis salmones.

Y mientras nos dejen estar, seguiremos diciendo: "Yo soy un loco / que se dio cuenta / que el tiempo es muy poco" Na na na na na.

¡Y así vivimos!

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