Hartera la palabra, atómica también. Yo qué sé qué es el amor... Y me atrevo. Hace días que no paseaba por algunos sitios habituales. Y noten que ahora digo "sitio" y bajo este contexto felizmente ustedes entenderán que es una casita acomodada en un algo que no sabemos dónde está... Tan omnipresente. Así, hoy estuve en casa de la Extranjera en el 7D, la primera en visitar porque la aprecio sobremanera. Apenas y sé algo de ella, solo lo que me deja ver de a poco en sus post, quizá en algún enredado correo, y la quiero. Profundamente, a decir verdad. Tan lejos, tan lejos.
Luego caminé por Nos tomamos la palabra, y estaba ahí, atronizada, esplédida, hermosa. Mar, la mar. Con su revivir sacado de un artículo del país. Y hablamos también. Rió por la cultura de mi empresa, conocida por ella, la familia, mi hermano enano. Una vida linda.
Más allá, unas vueltas hacen que la vueltecita me dé una Terapia de piso. Hermoso. La construcción de la representación de lo que creemos que somos... Y el fracaso de no ser tan... no sé, ser como creemos que somos y no serlo también.
Y otras casas, casas sin café nuevo, debo lamentar. O como el Diario de un impresentable... extraño también. Y otros más lejanos como Podetti, y Saramago, el paseo feliz.
Mientras doy este paseo virtual que había olvidado, recuerdo que siento algo por estos. Siento algo, no pienso, por eso vuelvo. Siento que nos merecemos un ratito juntos, y dejar pedazos de mí en sus ventanas, como para hacer constar que estuve atenta a sus palabras. ¡Eso es!
sí, eso es... un amor y respeto por sus palabras, para que me hablen y me digan cosas, que me cuenten historias, porque las amo también. Hoy que escucho a Jorge Drexler con Sanar, hoy que suena esa misma canción repetida hasta el infinito... he recordado que les debo algo, un poco, bastante.
Amo a los del blog, los que me hacen reír, pensar, y llorar con ellos también. Porque detrás de sus palabras están ellos y ellas, auténticos, serenos, atormentados. Ellos, los del blog de al lado, son amigos, y se quedan aquí (y me señalo el músculo cardíaco)
..
Luego caminé por Nos tomamos la palabra, y estaba ahí, atronizada, esplédida, hermosa. Mar, la mar. Con su revivir sacado de un artículo del país. Y hablamos también. Rió por la cultura de mi empresa, conocida por ella, la familia, mi hermano enano. Una vida linda.
Más allá, unas vueltas hacen que la vueltecita me dé una Terapia de piso. Hermoso. La construcción de la representación de lo que creemos que somos... Y el fracaso de no ser tan... no sé, ser como creemos que somos y no serlo también.
Y otras casas, casas sin café nuevo, debo lamentar. O como el Diario de un impresentable... extraño también. Y otros más lejanos como Podetti, y Saramago, el paseo feliz.
Mientras doy este paseo virtual que había olvidado, recuerdo que siento algo por estos. Siento algo, no pienso, por eso vuelvo. Siento que nos merecemos un ratito juntos, y dejar pedazos de mí en sus ventanas, como para hacer constar que estuve atenta a sus palabras. ¡Eso es!
sí, eso es... un amor y respeto por sus palabras, para que me hablen y me digan cosas, que me cuenten historias, porque las amo también. Hoy que escucho a Jorge Drexler con Sanar, hoy que suena esa misma canción repetida hasta el infinito... he recordado que les debo algo, un poco, bastante.
Amo a los del blog, los que me hacen reír, pensar, y llorar con ellos también. Porque detrás de sus palabras están ellos y ellas, auténticos, serenos, atormentados. Ellos, los del blog de al lado, son amigos, y se quedan aquí (y me señalo el músculo cardíaco)
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