
En el salón de clase nos decían que no se escribe como se habla. Y entonces vinieron los blogs, el Facebook y similares que le dijeron a esa afirmación: eso decís vos, desacuatializada elitista engañada... que te creés, ¿ah? Ignorante.
De andar aquí y allá rebotando entre una página web y otra, me he topado con fenómeno que más de alguna vez me sacó carcajadas, sonrisas y hasta trompa brava.
Estamos escribiendo más de lo que creemos y sí, escribimos como hablamos. Tendrá sus defensores y detractores, sobre todo los que -como yo- nos ocupamos de salvaguardar el uso correcto del idioma. Aireados y estupefactos, podríamos sacar nuestros abanicos victorianos y decir: ¡qué barbaridad!, esta gente... cómo prostituye el idioma. ¡La grandísima Real Academia salve la lengua!
No diré eso. Ni siquiera abanico tengo. Que la Academia vea a quién salva. A lo que voy es que si ponemos atención da gusto leer (escuchar) cómo se expresan las personas ahora. El Facebook da para mucho.
Pone un sujeto un enlace, digamos de una canción. Rola que le hace clic a medio mundo y ahí surgen las reacciones, generalmente espontáneas.
La gente opina, se distrae, escucha la canción, comenta... hace bromas, y todo en un registro coloquial, como si estuviesen sentados en la sala de una habitación en la que se sienten cómodos.
Dicen sin ceremonialismos que Ozzy es mi tata, que ¡Nah!, no voy ahí, que perate, no, cómo no, o a ver, perame, yo creo que sí.
Lo que más me gusta de todo esto es leer-escuchar a la gente con sus vicios, ademanes y hasta carcajadas. Cómo en la escritura intencional pueden ir las mismas vacilaciones que tenemos cuando hablamos. Esos rasgos tan genuinos de los hablantes y ahora escribidores son una verdadera joya.
Por ahí hay algunos que suelen divertir más. A veces entro a este sitio de Podeti y me gusta esa manera delirante de decir lo que piensa. Así, las escupe como las va pensando (eso quiero creer).
Ahora bien, la lengua siempre se ha transformado. Y lo más maravilloso es que justo ahora es tangible e incluso comprobable cómo las personas hacen uso de ella, cómo codifican y decodifican.
Supongo que los escritores son los que por siglos han registrado el sentir y hablar de un pueblo y su época. Ahora la escritura se va democratizando más, digo yo, porque esta avalancha de blogs sí que nos ha revelado, como dice mi amiga Tortuga, que en verdad todos tenemos algo qué decir y compartir. Ahora todos dicen algo y lo dicen como les da la gana. Eso me encanta.
Estamos ante un gran diario de hablantes, y es fascinante escucharlos decir barbaridades. Quizá nos alejemos un poco del elitismo que siempre ha envuelto a los oficiosos de las letras. La lengua está para usarse, y sí, los límites están y para eso se hacen los diccionarios. Sin embargo, este titán que se llama pueblo hablante está superándonos maravillosamente, digo, a los detractores obsesivos.
Escribimos como hablamos porque nos divierte escucharnos decir tonterías.
Escuchamos lo que leemos. Leemos y nos escuchamos hablar.
No te cuidés, lengua, que te llevamos florida, y hoy sí sobran registros.
* La ñ en imagen la saqué de este sitio.
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