Me gustan los hombres hermosos, esos que con sus palabras cercanas o lejanas me hacen sonrojar. Soñar.
El primero en la lista es mi padre. Por su bigotón, por su buen gusto por Santana y Queen, porque me acariciaba la melena fiera.
A él le sigue Don Paco, a quien amé por sus palabras exactas. Por ser maestro. Por decirme que siempre debía trabajar más y más.
La semana pasada José Saramago se fue en una sonrisa.
Cuando Saramago vino al país fui a verlo al hotel ese, luego de una larga cola él firmó mi edición nuevecita de Portugal. Me puse detrás de él para conseguir una foto. Nada de poses, a él no le importó. Pero a mí sí. Lo conocí poco, pero me hizo bien.
Ahora se va Monsiváis. A quien casi desconozco y que por la columna de Miguel Huezo-Mixco quiero conocer más. Me intriga.
Los tres últimos eligieron ser incinerados y que sus cenizas fueran esparcidas en Costa Rica, Lanzarote y el Zócalo. Quizá en un acto voluntario de humildad y anonimato, para que lo que nos quedamos un rato más no vayamos a erigirles altares y monumentos. Talvez para que sepamos que andan por ahí, que quizá también los respiremos, para volverse parte de la vida...
A algunos de mis hombres se los llevó la violencia (y uno solo pudo dejarme beso seco). Y muchos, para variar, no me amaron.
Los hombres buenos se construyen. Los hombres hermosos de mi vida se van de a poco. (Quizá deba agregar otros nombres a esta lista. No lo sé.)
Pero pasa algo triste. Hay tan pocos a los que se les pueda amar así, tan profundamente, tan sin exigencias.
Me gustan los hombres que son hombres. Que hacen lo suyo y aman tremendamente la vida.
Me gusta que me enseñen canciones, que me muestren un poco la vida.
La gran mayoría de los hombres que amo ya no está aquí, y tan solo empiezo a sentirme huérfana, viuda... triste. Sola.
*
El primero en la lista es mi padre. Por su bigotón, por su buen gusto por Santana y Queen, porque me acariciaba la melena fiera.
A él le sigue Don Paco, a quien amé por sus palabras exactas. Por ser maestro. Por decirme que siempre debía trabajar más y más.
La semana pasada José Saramago se fue en una sonrisa.
Cuando Saramago vino al país fui a verlo al hotel ese, luego de una larga cola él firmó mi edición nuevecita de Portugal. Me puse detrás de él para conseguir una foto. Nada de poses, a él no le importó. Pero a mí sí. Lo conocí poco, pero me hizo bien.
Ahora se va Monsiváis. A quien casi desconozco y que por la columna de Miguel Huezo-Mixco quiero conocer más. Me intriga.
Los tres últimos eligieron ser incinerados y que sus cenizas fueran esparcidas en Costa Rica, Lanzarote y el Zócalo. Quizá en un acto voluntario de humildad y anonimato, para que lo que nos quedamos un rato más no vayamos a erigirles altares y monumentos. Talvez para que sepamos que andan por ahí, que quizá también los respiremos, para volverse parte de la vida...
A algunos de mis hombres se los llevó la violencia (y uno solo pudo dejarme beso seco). Y muchos, para variar, no me amaron.
Los hombres buenos se construyen. Los hombres hermosos de mi vida se van de a poco. (Quizá deba agregar otros nombres a esta lista. No lo sé.)
Pero pasa algo triste. Hay tan pocos a los que se les pueda amar así, tan profundamente, tan sin exigencias.
Me gustan los hombres que son hombres. Que hacen lo suyo y aman tremendamente la vida.
Me gusta que me enseñen canciones, que me muestren un poco la vida.
La gran mayoría de los hombres que amo ya no está aquí, y tan solo empiezo a sentirme huérfana, viuda... triste. Sola.
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Comentarios
Me gusta que me enseñen canciones, que me muestren un poco la vida".
Ahhh!!! Compartimos ese gusto. Esos hombres que no se dejan vencer por la vida...creo mi Lore que por ahí, al cruzar alguna esquina, al pasar bajo el umbral de alguna puerta, estará ese hombre que es de uno que se dejará amar y amará sin tantos remilgos.
Yo querida, no pierdo esa esperanza.
amo intercambiar canciones con esos hombres bellos.
y tampoco pierdo la esperanza. never give up • never surrender